3.3.1.3.1.- Traducciones:
1.-El
Cantar de los Cantares en octava rima
2.- El Beatus ille de Horacio
Horacio. Epodo II. Beatus ille (traducción)
Dichoso el que de pleitos alejado, [A]
cual los del tiempo antigo, [b]
labra sus heredades no obligado [A]
al logrero enemigo. [b]
Ni l'arma en los reales le despierta, [C]
ni tiembla en la mar brava; [d]
huye la plaza y la soberbia puerta [C]
de la ambición esclava. [d]
Su gusto es o poner la vid crecida
al álamo ayuntada,
contemplar cuál pace, desparcida,
el valle su vacada.
Ya poda el ramo inútil, ya enjiere
en su vez el extraño;
castra sus colmenas o, si quiere,
tresquila su rebaño.
Pues cuando el padre Otoño muestra fuera
su cabeza galana,
¡con cuánto gozo coge la alta pera,
las uvas como grana!
Y a ti, sacro Silvano, las presenta,
que guardas el ejido;
debajo un roble antiguo ya se asienta,
ya en el prado florido.
El agua en las acequias corre, y cantan
los pájaros sin dueño;
las fuentes, al murmullo que levantan,
despiertan dulce sueño.
Y ya que el año cubre campo y cerros
con nieve y con heladas,
lanza el jabalí con muchos perros
en las redes paradas;
los golosos tordos, o con liga
con red engañosa,
la extranjera grulla en lazo obliga,
que es presa deleitosa.
Con esto, ¿quién el pecho no desprende
cuanto en amor se pasa?
¿Pues qué, si la mujer honesta atiende
los hijos y la casa?
Cual hace la sabina o calabresa,
de andar al sol tostada,
y ya que viene el amo enciende apriesa
la leña no mojada.
Y hataja entre los zarzos los ganados,
y los ordeña luego;
y pone mil manjares no comprados,
y el vino como fuego.
Ni me serán los rombos más sabrosos,
ni las ostras, ni el mero,
si algunos con levantes furïosos
nos da el invierno fiero.
Ni el pavo caerá por mi garganta,
ni el francolín greciano,
m ás dulce que la oliva que quebranta
la labradora mano.
La malva o la romaza enamorada
del vicïoso prado;
la oveja en el disanto degollada,
el cordero quitado
al lobo; y mientras como, ver corriendo
cuál las ovejas vienen;
ver del arar los bueyes, que volviendo
apenas se sostienen;
ver de esclavillos el hogar cercado,
enjambre de riqueza.
Ansí, dispuesto un cambio, y el arado
loaba la pobreza.
Ayer puso a sus ditas todas cobro;
mas hoy ya torna al logro.
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BEATUS ILLE. Horacio, Epodo II
'Beatus ille qui procul negotiis,
ut prisca gens mortalium,
paterna rura bubus exercet suis
solutus omni faenore
neque excitatur classico miles truci
neque horret iratum mare
forumque vitat et superba civium
potentiorum limina.
ergo aut adulta vitium propagine
altas maritat populos
aut in reducta valle mugientium
prospectat errantis greges
inutilisque falce ramos amputans
feliciores inserit
aut pressa puris mella condit amphoris
aut tondet infirmas ovis.
vel cum decorum mitibus pomis caput
Autumnus agris extulit,
ut gaudet insitiva decerpens pira
certantem et uvam purpurae,
qua muneretur te, Priape, et te, pater
Silvane, tutor finium.
libet iacere modo sub antiqua ilice,
modo in tenaci gramine:
labuntur altis interim ripis aquae,
queruntur in Silvis aves
frondesque lymphis obstrepunt manantibus,
somnos quod invitet levis.
at cum tonantis annus hibernus Iovis
imbris nivisque conparat,
aut trudit acris hinc et hinc multa cane
apros in obstantis plagas
aut amite levi rara tendit retia
turdis edacibus dolos
pavidumque leporem et advenam laqueo gruem
iucunda captat praemia.
quis non malarum quas amor curas habet
haec inter obliviscitur?
quodsi pudica mulier in partem iuvet
domum atque dulcis liberos,
Sabina qualis aut perusta Solibus
pernicis uxor Apuli,
sacrum vetustis exstruat lignis focum
lassi Sub adventum viri
claudensque textis cratibus laetum pecus
distenta siccet ubera
et horna dulci vina promens dolio
dapes inemptas adparet:
non me Lucrina iuverint conchylia
magisve rhombus aut scari,
siquos Eois intonata fluctibus
hiems ad hoc vertat mare,
non Afra avis descendat in ventrem meum,
non attagen Ionicus
iucundior quam lecta de pinguissimis
oliva ramis arborum
aut herba lapathi prata amantis et gravi
malvae salubres corpori
vel agna festis caesa Terminalibus
vel haedus ereptus lupo.
has inter epulas ut iuvat pastas ovis
videre properantis domum,
videre fessos vomerem inversum boves
collo trahentis languido
positosque vernas, ditis examen domus,
circum renidentis Laris.
'haec ubi locutus faenerator Alfius,
iam iam futurus rusticus,
omnem redegit idibus pecuniam,
quaerit kalendis ponere.
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3.3.1.3.2.- Poesías originales (Ver
Poesía de la Edad de Oro I Renacimiento de José
Manuel Blecua)
ODA I
VIDA RETIRADA
1 ¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
2 Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!
3 No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
4 ¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
5
¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso! [Puedes ver unos
versos similares pinchando aquí]
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
6 Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
7 Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
8 Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al Cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
9 Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
10 Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
11 Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
12 El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.
13 Ténganse su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
14 La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
15 A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
16 Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
17 A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
ODA VI
DE LA MAGDALENA
A UNA SEÑORA PASADA LA MOCEDAD
1 Elisa, ya el
preciado
cabello, que del oro escarnio hacía,
la nieve ha variado;
¡ay! ¿yo no te decía:
—Recoge, Elisa, el pie, que vuela el día?
2 Ya
los que prometían
durar en tu servicio eternamente,
ingratos se desvían
por no mirar la frente
con rugas afeada, el negro
diente.
3 ¿Qué tienes del pasado
tiempo sino dolor?
¿cuál es el fruto
que tu labor te ha dado,
si no es tristeza y luto,
y el alma hecha sierva
a vicio bruto?
4 ¿Qué fe te guarda el vano,
por quien tú no guardaste
la debida
a tu bien soberano,
por quien mal proveída
perdiste de tu seno la querida
5 prenda? ¿Por
quien velaste?
¿por quien ardiste en celos?
¿Por quien uno
el cielo fatigaste
con gemido importuno?
¿Por quien nunca tuviste
acuerdo alguno
6 de ti mesma? Y agora,
rico de tus despojos, más ligero
que el ave, huye, y adora
a Lida el lisonjero;
tú quedas entregada al dolor fiero.
7 ¡Oh cuánto mejor fuera
el don de hermosura, que del cielo
te vino, a cuyo era
habello dado en velo
santo, guardado bien del polvo y suelo!
8 Mas
hora no hay tardía,
tanto nos es el cielo piadoso,
mientras que dura el día;
el pecho hervoroso
en breve del dolor saca reposo;
9 que la gentil señora
de Magdalo, bien que perdidamente
dañada, en breve hora
con el amor ferviente
las llamas apagó del fuego ardiente,
10 las llamas del malvado
amor con otro amor
más encendido;
y consiguió el estado,
que no fue concedido
al huésped arrogante, en bien fingido.
11 De amor guiada y pena,
penetra el techo estraño, y atrevida
ofrécese a la ajena
presencia, y sabia olvida
el ojo mofador; busca la vida.
12 Y, toda derrocada
a los divinos pies que la traían,
lo que la en sí fiada
gente olvidado habían,
sus manos, boca y ojos lo hacían.
13
Lavaba larga en lloro
al que su torpe mal lavando estaba;
limpiaba con el oro,
que la cabeza ornaba,
a su limpieza, y paz
a su paz daba.
14 Decía: «Solo amparo
de la miseria extrema, medicina
de mi salud, reparo
de tanto mal, inclina
aqueste cieno tu piedad divina.
15 ¡Ay! ¿Qué podrá
ofrecerte
quien todo lo perdió? aquestas manos
osadas de ofenderte,
aquestos ojos vanos
te ofrezco, y estos labios tan
profanos.
16 La que sudó en tu ofensa
trabaje en tu servicio, y de mis males
proceda mi defensa;
mis ojos, dos mortales
fraguas, dos fuentes
sean manantiales.
17 Bañen tus pies mis ojos,
límpienlos mis cabellos;
de tormento
mi boca, y red de enojos,
les dé besos sin cuento;
y lo que me condena te presento:
18 preséntote un sujeto
tan mortalmente herido, cual conviene,
do un médico perfeto
de cuanto saber tiene
dé muestra, que por siglos mil resuene.»
Puedes comparar el enfoque
que Fray Luis da al tópico del Carpe Diem con
las versiones renacentistas y barrocas de Garcilaso y Góngora
pinchando
aquí, y
con la versión manierista de Francisco de Medrano si
lo haces aquí.
ODA VII.
PROFECÍA DEL TAJO
Folgaba el rey Rodrigo
con la hermosa Caba en la ribera
del Tajo sin testigo;
el río sacó fuera
el pecho, y le habló desta manera:
"En mal punto de goces,
injusto forzador; que ya el sonido
y oigo ya
las voces,
las armas y el bramido
de Marte, de furor y ardor ceñido.
¡Ay! esa tu alegría
qué llantos acarrea; y esa hermosa,
que vió el sol en mal día,
a España ¡ay! ¡cuán
llorosa,
y al cetro de los godos cuán costosa!
Llamas, dolores, guerras,
muertes, asolamientos, fieros males
entre tus brazos cierras,
trabajos inmortales
a ti y a tus vasallos naturales.
A los que
en Constantina
rompen el fértil suelo, a los que
baña
el Ebro, a la vecina
Sansueña, a Lusitaña,
a toda la espaciosa y triste España.
Ya
desde Cádiz llama
el injuriado Conde, a la venganza
atento y no a la fama,
la bárbara pujanza
en quien para tu daño no hay tardanza.
Oye que al cielo toca
con temeroso son la trompa fiera
que en África convoca
el Moro a la bandera,
que al aire desplegada va ligera.
La lanza
ya blandea
el Árabe cruel, y hiere el viento
llamando a la pelea;
innumerable cuento
de escuadras juntas veo
en un momento.
Cubre la gente el
suelo;
debajo de las velas desaparece
la mar; la voz al cielo
confusa y varia crece;
el polvo roba el día y le
escurece.
¡Ay! que
ya presurosos
suben las largas naves; ¡ay! que
tienden
los brazos vigorosos
a los remos, y encienden
las mares espumosas por do hienden.
El Eolo derecho
hinche la vela en popa, y larga entrada
por el Hercúleo estrecho
con la punta acerada
el gran padre Neptuno da a la armada.
¡Ay triste!
¿y aun te tiene
el mal dulce regazo? ¿ni llamado
al mal que sobreviene
no acorres? ¿Abrazado
con tu calamidad no ves tu Hado?
Acude,
corre, vuela,
traspasa el alta sierra, ocupa
el llano,
no perdones la espuela,
no des paz a la mano,
menea fulminando el hierro insano.
¡Ay, cuánto
de fatiga!
¡ay, cuánto de sudor
está presente
al que viste loriga,
al infame valiente,
a hombres y a caballos juntamente!
¡Y tú, Betis divino,
de sangre ajena y tuya amancillado
darás al mar vecino
cuánto yelmo quebrado,
cuánto cuerpo de nobles destrozado!
El furibundo Marte
cinco luces las haces desordena
igual a cada parte;
la sesta ¡ay! te condena,
¡oh cara patria! a bárbara cadena".
[El tema de este último
poema procede del romancero tradicional, aunque Fray Luis lo
ha modernizado y reescrito. Puedes ver las diferencias con el
romance pinchando aquí]