QUEVEDO
4.4.3.1.- Sueño
del Juicio Final [de las Calaveras]
[Algunos
pasajes del Menipo de Luciano recuerdan el Sueño
de las Calaveras de Quevedo]
LUCIANO (125-181 d. C.): MENIPO O NECROMANCIA
Entretanto, el mago, con una antorcha
encendida y con voz ya no suave sino de gran intensidad, gritando
hasta el límite de sus fuerzas, invocaba a voces a todos los
espíritus, Tormentos y Erinis...y
a la nocturna Hécate y a la terrible Perséfone, entremezclando
palabras extrañas e ininteligibles de vacías sílabas.
Todo aquello experimentaba bruscas sacudidas y el suelo poco a poco
al conjuro se resquebrajaba y, a lo lejos, se dejaba oír un
ladrido de Cerbero; el paraje ofrecía un aspecto siniestro
y sombrío. Bajo tierra
sintió miedo Hades, caudillo de difuntos. Ya
se iba distinguiendo cada lugar con claridad; la laguna, el Piriflegeronte
y los reinos de Plutón. Descendiendo por la grieta, encontramos
a Radamantis, que por poco si se muere de miedo. Cerbero dio un alarido
y se movió, pero, al tocar yo la lira y oír el canto,
se amansó instantáneamente.[...]
Avanzamos paso a paso y nos detuvimos en las cercanías del
tribunal de Minos. Casualmente se encontraba sentado en un trono elevado,
flanqueado por los Tormentos, las Erinis y las Venganzas. De uno y
otro lado le iban trayendo a su presencia remesas de gentes unos tras
otros, encadenados a una gruesa maroma. Decían que eran recaudadores
de impuestos, adúlteros, chulos de putas, aduladores, sicofantas
["era un denunciante profesional"
RAE] y una caterva de gentes de esta ralea, de los que todo
lo embarullan en la vida.
Aparte, los hombres de dinero y prestamistas
se acercaban pálidos, barrigudos y achacosos de gota, oprimido
cada uno de ellos por una gruesa cadena al cuello y una pesada bola.
[...]
Retirándonos del tribunal, llegamos al lugar de los tormentos.
Allí, amigo, había muchas situaciones cuya contemplación
o relato moverían a la compasión. [...]
Pasando por medio de ellos, llegamos a la llanura Aquerusia, y encontramos
allí a los semidioses y a las heroínas y a otros grupos
de cadáveres clasificados por naciones y tribus; a unos, ya
añejos y enmohecidos y, como dice Homero, “inconsistentes”;
a otros, aún frescos y compactos, en especial los egipcios,
debido a la larga conservación que les proporciona la momificación.
No era fácil reconocer a cada uno; se parecen todos muchísimo
unos a otros con sus huesos desnudos. [...]
[El gran teatro del mundo]
A la vista de todo esto, la
vida de los hombres se me antojó una larga procesión.
El Destino organiza y dispone cada circunstancia,
adjudicándoles a los miembros de la procesión
atuendos diferentes y variados. A uno lo toma y, si es su sino,
lo reviste con aspecto de rey colocándole
una tiara sobre la cabeza; entregándole escuderos, corona su
cabeza con una diadema; mientras a otro le pone atuendo de criado.
A uno le hace ser guapo y lo adorna,
y a otro ser feo y le proporciona un
aspecto ridículo. Y, creo yo, conviene que el espectáculo
resulte variado. Muchas veces, en medio de la
procesión, cambia los atuendos de algunos sin dejar
que lleguen al final del modo que primitivamente se les ordenó
[...]
Cuando se ha acabado el tiempo de la procesión, entonces cada
uno devuelve su atuendo y, despojándose de la vestimenta
que acompañaba su cuerpo, se queda como estaba antes de nacer,
sin diferenciarse del vecino. Algunos, por ignorancia, se molestan
y se enfadan, cuando el Destino reclama el atavío, como si
se vieran privados de algo suyo propio, cuando no hacen sino devolver
algo que se les prestó por un corto espacio
de tiempo. Creo que, en muchas ocasiones, has visto sobre
la “tramoya” del teatro a los actores que representan
tragedias [...]. Cuando la obra ha alcanzado ya su final, cada uno
de ellos, despojándose del vestido con bordados de oro, quitándose
la máscara y bajando de los zancos, va por ahí dando
tumbos pobre y humilde, ya no Agamenón, el hijo de Atreo, ni
Creonte, hijo de Meneceo, sino que se llama Polo [...]
Trad. José Luis Navarro González
Biblioteca clásica Gredos 113
Puedes leer el diálogo
completo a partir de la página 290 en el siguiente enlace:
http://fama2.us.es/fde/dialogosMoralesDeLuciano.pdf