¡Con qué artificio
tan divino sales
de esa camisa de esmeralda fina,
oh rosa celestial alejandrina,
coronada de granos orientales!
Ya en rubíes te enciendes, ya en corales,
ya tu color a púrpura se inclina
sentada en esa basa peregrina
que forman cinco puntas desiguales.
Bien haya tu divino autor, pues mueves
a su contemplación el pensamiento,
aun a pensar en nuestros años
breves.
Así la verde
edad se esparce al viento,
y así las esperanzas son aleves
que tienen en la tierra el fundamento...