Literatura Española del Siglo XVI

7.- CERVANTES

7.3.- TEATRO

7.3.1.- El prólogo a Ocho comedias y entremeses (1615)

Prologo al lector

No puedo dexar, lector caríssimo, de suplicarte me perdones, si vieres que en este prologo salgo algún tanto de mi acostumbrada modestia. Los días passados me hallé en vna conuersación de amigos, donde se trató de comedias y de las cosas a ellas concernientes, y de tal manera las subtilizaron y atildaron, que, a mi parecer, vinieron a quedar en punto de toda perfección. Tratóse también de quien fue el primero que en España las sacó de mantillas, y las puso en toldo, y vistió de gala y apariencia; yo, como el mas viejo que allí estaua, dixe que me acordaua de auer visto representar al gran Lope de Rueda, varón insigne en la representación y en el entendimiento. Fue natural de Seuilla, y de oficio batihoja, que quiere dezir de los que hazen panes de oro; fue admirable en la poesía pastoril, y en este modo, ni entonces ni después acá ninguno le ha lleuado ventaja; y aunque, por ser muchacho yo entonces, no podía hazer juyzio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho; y si no fuera por no salir del propósito de prólogo, pusiera aquí algunos que acreditaran esta verdad. En el tiempo deste célebre español, todos los aparatos de vn autor de comedias se encerrauan en vn costal, y se cifrauan en quatro pellicos blancos guarnecidos de guadamecí dorado, y en quatro barbas y cabelleras, y quatro cayados, poco mas o menos. Las comedias eran vnos coloquios como églogas entre dos o tres pastores y alguna pastora; adereçáuanlas y dilatáuanlas con dos o tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de vizcaíno: que todas estas quatro figuras y otras muchas hazía el tal Lope con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse. No auía en aquel tiempo tramoyas, ni desafíos de moros y christianos, a pie ni a cauallo; no auía figura que saliesse o pareciesse salir del centro de la tierra por lo hueco del teatro, al qual componían quatro bancos en quadro y quatro o seys tablas encima, con que se leuantaua del suelo quatro palmos; ni menos baxauan del cielo nubes con ángeles o con almas. El adorno del teatro era vna manta vieja tirada con dos cordeles de vna parte a otra, que hazía lo que llaman vestuario, detrás de la qual estauan los músicos, cantando sin guitarra algún romance antiguo. Murió Lope de Rueda, y por hombre excelente y famoso le enterraron en la iglesia mayor de Córdoua (donde murió), entre los dos coros, donde también está enterrado aquel famoso loco Luys Lopez.

Dibujo de César Oliva


Sucedió a Lope de Rueda Nabarro, natural de Toledo, el qual fue famoso en hazer la figura de vn rufián cobarde; éste leuantó algún tanto mas el adorno de las comedias, y mudó el costal de vestidos en cofres y en baúles; sacó la música, que antes cantaua detrás de la manta, al teatro público; quitó las barbas de los farsantes, que hasta entonces ninguno representaua sin barba postiza, y hizo que todos representassen a cureña rasa, si no era los que auían de representar los viejos o otras figuras que pidiessen mudança de rostro; inuentó tramoyas, nubes, truenos y relámpagos, desafíos y batallas; pero esto no llegó al sublime punto en que está agora.
Y esto es verdad que no se me puede contradezir, y aquí entra el salir yo de los límites de mi llaneza: que se vieron en los teatros de Madrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse, La destruyción de Numancia y La batalla naual, donde me atreuí a reduzir las comedias a tres jornadas, de cinco que tenian; mostré, o, por mejor dezir, fui el primero que representasse las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales al teatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes; compuse en este tiempo hasta veynte comedias o treynta, que todas ellas se recitaron sin que se les ofreciesse ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza: corrieron su carrera sin siluos, gritas ni baraúndas. Tuue otras cosas en que ocuparme, dexé la pluma y las comedias, y entró luego el monstruo de naturaleza, el gran Lope de Vega, y alçóse con la monarquía cómica. Auassalló y puso debaxo de su juridición a todos los farsantes; lleno el mundo de comedias proprias, felices y bien razonadas, y tantas, que passan de diez mil pliegos los que tiene escritos [=625 comedias aproximadamente], y todas, que es vna de las mayores cosas que puede dezirse, las ha visto representar, o oydo dezir, por lo menos, que se han representado; y si algunos, que ay muchos, han querido entrar a la parte y gloria de sus trabajos, todos juntos no llegan en lo que han escrito a la mitad de lo que él solo.[...] [mención de otros dramaturgos]

Algunos años ha que boluí yo a mi antigua ociosidad, y, pensando que aun durauan los siglos donde corrían mis alabanças, boluí a componer algunas comedias; pero no hallé páxaros en los nidos de antaño; quiero dezir que no hallé autor que me las pidiesse, puesto que sabían que las tenía, y assí, las arrinconé en vn cofre, y las consagré y condené al perpetuo silencio. En esta sazón me dixo vn librero que él me las comprara, si vn autor de título no le huuiera dicho que de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso, nada; y, si va a dezir la verdad, cierto que me dio pesadumbre el oyrlo, y dixe entre mí: «O yo me he mudado en otro, o los tiempos se han mejorado mucho, sucediendo siempre al reués, pues siempre se alaban los passados tiempos.» Torné a passar los ojos por mis comedias, y por algunos entremeses míos que con ellas estauan arrinconados, y vi no ser tan malas ni tan malos que no mereciessen salir de las tinieblas del ingenio de aquel autor a la luz de otros autores menos escrupulosos y mas entendidos. Aburrime, y vendíselas al tal librero, que las ha puesto en la estampa como aquí te las ofrece; el me las pagó razonablemente; yo cogí mi dinero con suauidad, sin tener cuenta con dimes ni diretes de recitantes. Querría que fuessen las mejores del mundo, o a lo menos razonables; tu lo verás, lector mío; y si hallares que tienen alguna cosa buena, en topando a aquel mi maldiciente autor, dile que se emiende, pues yo no ofendo a nadie, y que aduierta que no tienen necedades patentes y descubiertas, y que el verso es el mismo que piden las comedias, que ha de ser, de los tres estilos, el ínfimo, y que el lenguage de los entremeses es proprio de las figuras que en ellos se introduzen; y que para enmienda de todo esto le ofrezco vna comedia que estoy componiendo, y la intitulo El engaño a los ojos, que, si no me engaño, le ha de dar contento. Y con esto, Dios te de salud, y a mi paciencia.

 

Unos años antes, Agustín de Rojas en su Viaje entretenido hablaba de los orígenes del teatro en términos muy parecidos, como ya pudiste leer. Si quieres recordarlo, pincha aquí