7.- CERVANTES
7.2.- POESÍA
Al túmulo del rey que se
hizo en Sevilla
(Soneto con estrambote)
"¡Voto a Dios que me espanta
esta grandeza
y que diera un doblón por describidla!;
porque, ¿a quién no suspende y maravilla
esta máquina insigne, esta braveza?
¡Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más que un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y riqueza!
¡Apostaré que la ánima
del muerto,
por gozar este sitio, hoy ha dejado
el cielo, de que goza eternamente!"
Esto oyó un valentón y
dijo: "¡Es cierto
lo que dice voacé, seor soldado,
y quien dijere lo contrario miente!"
Y luego incontinente
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Soneto [A Lope de Vega, su enemigo]
Yace en la parte que es mejor de España
una apacible y siempre verde Vega
a quien Apolo su favor no niega,
pues con las aguas de Helicón la baña;
Júpiter, labrador por grande
hazaña,
su ciencia toda en cultivarla entrega;
Cilenio [Hermes], alegre, en ella se sosiega,
Minerva eternamente la acompaña;
las Musas su Parnaso en ella han hecho;
Venus, honesta, en ella aumenta y cría
la santa multitud de los amores.
Y así, con gusto y general provecho,
nuevos frutos ofrece cada día
de ángeles, de armas, santos y pastores.
Epitafio [a la reina]
Aquí el valor de la española
tierra,
aquí la flor de la francesa gente,
aquí quien concordó lo diferente,
de oliva coronando aquella guerra;
aquí en pequeño espacio
veis se encierra
nuestro claro lucero de occidente;
aquí yace enterrada la excelente
causa que nuestro bien todo destierra.
Mirad quién es el mundo y su
pujanza,
y cómo, de la más alegre vida,
la muerte lleva siempre la victoria;
también mirad la bienaventuranza
que goza nuestra reina esclarecida
en el eterno reino de la gloria.
Soneto
"Este soneto hice a la muerte
de Fernando de Herrera; y, para entender el primer cuarteto, advierto
que él celebraba en sus versos a una señora debajo deste
nombre de Luz. Creo que es de los buenos que he hecho en mi vida"
El que subió por sendas nunca
usadas
del sacro monte a la más alta cumbre;
el que a una Luz se hizo todo lumbre
y lágrimas, en dulce voz cantadas;
el que con culta vena las sagradas
de Helicón y Pirene en muchedumbre
(libre de toda humana pesadumbre)
bebió y dejó en divinas transformadas;
aquél a quien envidia tuvo Apolo
porque, a par de su Luz, tiene su fama
de donde nace a donde muere el día:
el agradable al cielo, al suelo solo,
vuelto en ceniza de su ardiente llama,
yace debajo de esta losa fría.