6.2.1.1.- Cristóbal de Virués
y La gran Semíramis [Final de la tragedia]
Onorio Marinari (1627-1715)
La muerte de
Semíramis se produce al final de la tercera jornada,
aunque no en escena, como las que cierran los otros dos actos.
Como en las tragedias clásicas, al producirse fuera de
escena, es uno de los personajes el que la relata, pero en este
caso Virués duplica los narradores y así puede
dar dos versiones contradictorias de la desaparición
de la reina, una histórica (la de Diarco), y otra legendaria
(la del asesino, Ninias Zameis). Observa también las
largas digresiones del monólogo de Zelabo y los excesos
retóricos en reiteraciones y enumeraciones.
Zelabo.- [...]
esta muger, más que el demonio astuta;
algún nuevo edificio ya edifica
con su fuerza tirana i absoluta.
Eres muger de condición inica,
i cruel i tirana i resoluta; 240
eres muger, al, fin, brava i temida,
no me espanto que seas atrevida;
i el ver que cuanto emprende le sucede
según su pretensión, hará que emprenda
cualquiera empresa, pues la dicha ecede 245
a la virtud i a cualquier otra prenda,
i, quien dichoso se conoce, puede
soltar en todo a su plazer la rienda,
lo que no, aunque más sea, el desdichado
que está con su desdicha acovardado. 250
Aunque ésta, ni por ser dichosa osa,
ni por ser valerosa o avisada,
sino por ser sobervia i ambiciosa
i verse en real silla entronizada;
por ser muger, por verse poderosa, 255
por tener la cruel tiranizada
esta infelice i grande Monarquía,
que estar en mano varonil devría.
Si aunque se sirva al hombre más preciado
i de más ser que pueda acá ofrecerse 260
es el servir un yugo tan pesado
que no hai con él quien pueda rebolverse,
quien es de una muger avassallado
¿de qué miseria no podrán dolerse?
¡Oh, triste Asiría,
a una mujer rendida! 265
¡Oh,
servitud amarga i dolorida!
¡Oh, triste servitud, tormento
eterno
de este engañoso i miserable suelo!
¡Oh
alegre libertad, regalo tierno
del amoroso favorable cielo! 270
¡Oh, servitud en este mundo,
infierno
lleno de horror, de rabia i desconsuelo!
¡Oh, libertad dulcísima
i querida!
¡Oh, servitud amarga i dolorida!
Yo lo puedo afirmar, que he padecido 275
lo que puede ofrecer fortuna en esto,
i en un profundo golfo sumergido
me he visto, i en las nuves tal vez puesto;
mas en la cumbre del favor subido
o sin él, desvalido i descompuesto, 280
siempre la libertad desseo i lloro,
la libertad, que es el mayor tesoro.
I si es miseria estar generalmente
sujeto el hombre como está el vasallo,
quien en particular lo está, ¿qué siente?
285
Yo pudiera dezillo, pero callo,
callo que es el dexarme impertinente
pues con esto no puedo remediallo:
sirvo en la guerra i en la Corte, donde
la fiel lealtad corrida el rostro
esconde. 290
La fiel lealtad que de la infiel
tirana
simulación el rostro esconde
y huye,
la cual de luz sofisticada i vana
vestida, sus bellezas se atribuye,
i tentadora hipócrita inhumana 295
paz i quietud, vida i honor destruye,
i ambiciosa, insolente i temeraria
es de virtud, sacrílega falsaria.
La infiel simulación ques
bravo un lobo
disfracado en un manso corderillo. 300
que en leales amigos haze un robo
que possible no le es restituíllo,
la infiel simulación, inmenso un globo
imposible a cuadrallo ni a medillo,
que a su circunferencia es diferente 305
el centro oculto, inesplicablemente.
¡Oh. traidor! ¿Al amigo que obligado
con obras de lealtad te tiene, vendes?
Infiel, por ofender quien te ha enojado,
¿al fiel que nunca te dio enojo ofendes? 310
Si queda el inocente assí engañado,
¿por dicha al cielo assí engañar pretendes?
Hipócrita, cruel, ¿dessa manera
viertes, embuelta en miel, ponçoña fiera?
¡Que entre soldados, cuyos fieles pechos 315
tienen en igualdad del mundo el peso,
haya quien pague tan infames pechos
a la traición, tan sin juicio i seso,
que por satisfacer viles despechos
de guerra den por contraseño el beso 320
a quien de paz, cual es, le da i recibe
i ni traición ni culpa en sí concibe!
¡Bien es memoria, que me representes
estas miserias, por quien yo me veo
verter del coraçón amargas fuentes, 325
aunque en passarlas con valor me empleo,
traidores, embidiosos, insolentes
usáis en la traición de tal rodeo,
embolviendo mentiras con verdades,
que no hai averihuaros las maldades! 330
Mas ¡oh, cielo, a quien todas son más claras
que el Sol más claro del sereno día!
Tú al destos perseguido al fin amparas
¡si él los perdona i sólo en ti confía,
si a tus templos acude, si a tus aras 335
ofrece el alma limpiamente i pía,
si obediente a su Príncipe en el mundo
ama al del cielo y teme al del profundo!
¡Oh, guerra!, ¿quién
en ti esperança pone?
¿Quién de ti fía?
¿Quién de ti no huye?
340
¿Quién a dexarte
ya no se dispone?
¿Quién contigo sus
cuentas no concluye?
¡Oh, Corte, cuyo caos se
compone
de todo cuanto la quietud destruye!
Quien siente tus traiciones i mentiras, 345
¿qué espera de tus furias i tus iras?
Que ya, si no es doblado i fementido,
si no es disimulado i cauteloso,
si no es falso, sagaz i entremetido,
si no es adulador, si
no es chismoso, 350
si a más el hombre se será
valido
por más que sea discreto i valeroso,
que al valor el favor no le acompaña
si va desnudo de artificio i maña.
Si no tiene de bívora la
lengua 355
que veneno mortal vierta, si tienes
el ser malsín y el ser traidor a mengua,
si con virtud o con razón
te avienes,
si tu lengua no trueca o si no
amengua
con falsos males verdaderos bienes, 360
ya casi ni en la guerra ni en la Corte
cosa tendrás a tu medida i corte.
¡Que embidia ya los ánimos
confunde
i de suerte los ojos encandila
que no hai ver cosa que en su bien redunde 365
si el ageno no abate i le aniquila;
ella todo el metal de vicios funde,
ella todo el licor dellos distila,
en todo tiempo, en toda parte lidia
contra virtud, venciendo siempre embidia! 370
Con solo un instrumento, el más
ligero
i el más pesado que formó natura,
este monstro infernal, horrendo i fiero,
el bien del mundo destruir procura,
instrumento de carne carnicero, 375
lengua de embidia vil, lengua perjura,
de cuán heroicas máquinas maquinas
i pones en efeto las ruínas.
Lengua pesada, leve más que pluma;
Lengua leve, pesada más que plomo, 380
no hai cosa que en el mundo ser presuma
cual eres tú de más i menos tomo;
eres mi vida, eres mi muerte, en
suma
según uso de ti, según
te tomo,
pero infiel levantando testimonios 385
eres ministro fiel de los demonios.
¡Oh, fiera, oh, brava embidia entronizada
en alto trono de inorancia horrenda,
con dosel de mentira autorizada
que a verdad i virtud la luz defienda; 390
del fiero coraçón alimentada,
que no alcança de bien sola una prenda,
del que mil tiene, mísero tormento,
infierno de esse que te da alimento.
¡Oh, maldiziente, mísero i cuitado, 395
mira con qué te paga i te contenta
esse tu mentiroso i vil bocado
que de vanas palabras te sustenta!
¡Que un dicho malicioso trasnochado
tienes en tanto precio i tanta cuenta 400
que a trueco, dizes, que por bueno quede
un amigo por él perderse puede!
Piérdele, charlador, i nadie quiera
no sólo ser amigo tuyo; pero
ni dar oídos a tu lengua fiera, 405
harto castigo a tu pecado fiero:
harto castigo, pero el justo fuera,
éssecutado con rigor severo
a tu lengua, embidioso maldiziente,
cortártela i clavártela en la frente. 410
¡De qué daños
es causa i qué maldades;
de qué penas, angustias
i passiones;
de qué miserias i calamidades,
de qué infortunios i persecuciones,
de qué atrozes insultos
i crueldades, 415
de qué injustas afrentas
i prisiones,
cuando la embidia o la malicia mueve
la lengua infame i a mentir se atreve!
Si es el dezir verdad, en daño siendo
de tu próximo, di, pecado grande, 420
¡cuánto mayor será, traidor, mintiendo,
i sólo porque embidia te lo mande!
Vicio infernal, atroz, pecado horrendo,
merecedor que Dios te lo demande,
ser por tu lengua vil honras i vidas 425
con maliciosos chismes afligidas.
En dezir bien, en causar bien, en cuanto
bien puede dessear procurar deve
mover la lengua el hombre siempre, i tanto
gusto en esto tendrá, cuando le prueve, 430
que como en cielo de deleite santo
hará que en gustos mil el alma ceve,
gozando en ella en abundante copia
el premio de virtud, que es ella propia.
Zelabo, Diarco
Diarco.- ¿Quién
con rebelde coraçón i infame 435
sigue, aunque se interesse el bien del mundo.
estos tiranos bárbaros crueles
que el cielo, para fuerte açote nuestro,
por nuestras graves culpas, les da el mando,
el poder i el govierno de la tierra? 440
¡Oh, poderoso Dios! ¿qué ha de ser esto?
¿En qué podemos ya parar los ombres
si somos ya más fieros que las fieras?
¿Qué castigo podrá darnos tu mano
que iguale a nuestras culpas i maldades? 445
Poco será si embía otro diluvio
si no es de fuego eterno i riguroso.
Zelabo.-¿Qué
congoxa, qué lástima, qué duelo,
Diarco, a tal esclamación te obliga?
¿Hai novedad alguna? ¿Hai algún caso 450
que te refresque ahora essa miseria?
Diarco.- ¡Oh, Zelabo,
Zelabo: escucha, atiende,
sabrás el caso más inorme i fiero,
la maldad más atroz, cruel i horrible
que puede cometer un hombre aleve. 455
Saliendo aora del real retrete
i llegando a la puerta de la cuadra
que sale al aposento de la reina,
sintiendo bozes acerqué los ojos
al agujero de la cerradura 460
por ver quién era el que en aquella parte
tan sin respeto se descomponía,
i vi, Oh, Zelabo, una visión horrible,
un terrible espetáculo espantoso:
a Semíramis vi bañada en
sangre 465
asirsse de las manos de su hijo
i echarle al cuello los hermosos braços,
diziéndole con rostro que moviera
a compasión leones i serpientes,
palabras cuyo son confusamente 470
oía yo, aunque jamás alguna
compreender distintamente pude,
bien que en sus oíos, bien que en sus afetos,
mostrava claramente que pedía
al cruel hijo, al hijo inorme i fiero, 475
merced, la desdichada, de la vida,
la cual el áspid sordo, el tigre bravo,
le quitó luego con su infame espada,
dándole dos heridas en los pechos
que cada cual passava a las espaldas. 480
¡Oh, triste; oh, fiero; oh, detestable
caso!
Cayó la triste en tierra, i en cayendo
Ninias se fue por el retrete suyo
tras sí cerrando tres o cuatro puertas.
Yo quedé siempre viendo a la cuitada, 485
a la triste Semíramis, que buelta
con mortal ansia en su sentido, dando
dos altos i tristísimos gemidos
en tierra puso el codo i la mexilla
sobre la palma, i con boz triste i alta, 490
como rabiando, desta suerte dixo:
«¡Hijo cruel, ingrato,
sacrílego, inhumano.
enemigo perverso, mal nacido!
¿Tan fiero desacato, 495
tan atrevida mano
en la que te ha engendrado i te ha parido?
¡Oh, mundo ya perdido!
¿De quién podrá fiar el hombre triste
si a mí mi hijo amado, 500
por ser de mí adorado
me da la muerte? Pero no naciste
tú de mí, fiera horrible.
que es impossible, pues que tal hiciste,
cruel, fiero, inhumano. 505
¿Yo te traxe en mi vientre?
¿Yo en mis tiernas entrañas te he engendrado?
No, no; en el suelo hircano,
o en el egipcio, entre
las fieras más crueles te has criado, 510
dellas alimentado,
dellas nacido i engendrado has sido.
Las amas te trocaron
I al que parí mataron,
que no es possible ser de mí nacido 515
un monstruo tan disforme
que tan inorme mal ha cometido.
Los fieros animales
respetan las entrañas
donde tomaron ser i se engendraron; 520
¿qué furias infernales
con sus crueles sañas
a ti, perverso hijo, te criaron?
¿Cómo, di, te incitaron
a dar la muerte a quien te dio la vida, 525
i a quien la propia suya
a la voluntad tuya
con un inmenso amor tuvo rendida?
¿Es este amargo trago
el justo pago de tu fe devida?» 530
Diziendo así, con un furor rabioso
dio tres o cuatro bueltas por el suelo,
queriendo levantarse, i assentada
bolvió a dezir con la ansia de la muerte:
«¡Que assí dexo morirme! 535
¡Que no busco remedio!
¿Qué no hai reparo
a mi enemiga suerte?
¡Que no hai quien quiera
oírme!
¿Qué ya no hai ningún
medio
para evitar tan miserable muerte! 540
¡Oh, trago amargo i fuerte!
¡Oh, muerte repentina, acelerada,
como ladrón salida
a robarme la vida
en medio de mi próspera jornada; 545
aora acometiste
cuando me viste andar más descuidada!
¿Es esta mí esperança?
¿Son estos mis contentos?
¿Es éste el triunfo
i gloria de mis glorias? 550
¿Dónde está
mi pujanza?
¿Qué son de mis intentos?
¿Qué de mis grandes
hechos i vitorias?
¿Son estas sus memorias?
Mi bien un breve
sueño ha sido apena; 555
mis años i mis días,
mis gozos i alegrías
assí han passado como larga vena
de agua corriente i biva
que el curso abiva a la marina arena.»
560
I luego echada en tierra, agonizando,
con los ojos clavados en el cielo,
con ronca boz quebrada en mil solloços,
nombrando siempre el nombre de su hijo
la triste alma salió, dexando el cuerpo 565
anegado en la sangre de sus venas.
Esto acabo de ver, esta es la causa
de mi congoja, de mi duelo i lástima.
Zelabo.- Diarco, no te admires
ni te assombres,
que son justicias del eterno cielo, 570
porque essa miserable i fiera hembra,
a quien dizes que el hijo ha dado muerte
mató al marido por quitarle
el reino,
i mientras dél ha sido reina, ha
muerto
a más de mil mancebos con quien ella 575
ha dado fin a su apetito ciego,
gozando a cada cual sola una noche,
o solo un día en su lasciva cama
i ella luego después les dava muerte
por no ser descubierta por alguno 580
mientras anduvo de varón vestida,
entre los cuales moços mal logrados
por sus manos murió aquel buen Zopiro
después de haver gozado dél un tiempo.
¡Al fin mostraste bien, muger perversa, 585
ser nacida de madre infame i torpe!
Diarco.- ¿Cómo
que fue de infame madre hija?
Zelabo.- Sí, que tú,
como todos, aún no sabes
lo que yo sé del nacimiento désta.
No fue su padre Sima el ganadero, 590
como pensó Menón el desdichado
i todos los demás tienen creído;
un hombre vil y baxo fue su padre;
su madre fue Derceta, una ramera,
la cual al lago de Ascalón llegando 595
la tomó el parto allí, i allí dio al mundo
essa hija, i allí dio el alma ella,
dexando la reziente criatura
entre matas i peñas, al arbitrio
de la cruel fortuna, que tan próspera 600
i tan amiga le fue entonces, cuanto
le ha sido aora falsa i enemiga.
Proveyó que unas aves la criassen
llamadas Semirámides, de donde
el nombre le pusieron los pastores 605
que vieron aquel caso, i la llevaron
a Sima, el mayoral de los ganados,
que después la crió cual hija propia
hasta que se casó Menón con ella:
deste solar, deste linaje viene 610
esta muger cruel, torpe i soberbia.
Diarco.- Estrañas cosas
son las que me dizes,
pero también, Zelabo, considera
la maldad que es matar su madre un hombre,
i demás desto, acuérdate del fuerte,
615
del bravo i alto coraçón i espíritu
desta cuitada i miserable reina.
No te olvides, pues eres buen testigo,
de cuando armada desde el pie a la frente
sobre veloz cavallo fiero i alto 620
la vías entrar entre la gente armada
de Egipto i Persia i Libia i Etiopía,
i no te olvides, que es injusta cosa,
de cuando sobre el alto i ancho Indo
puso dos mil vajeles, reforçados 625
de admirables pertrechos nunca
vistos,
de máquinas fortísimas
i nuevas.
de marineros pláticos i
diestros,
de municiones i de bastimentos,
de chusma, palamenta, xarcias i
armas, 630
los cuales se llevaron hasta el río
sobre carros tirados de camellos,
allanando en mil partes altos montes,
levantando en mil partes hondos valles,
a cuya famosísima jornada 635
ívamos dos millones de personas,
i la tercera parte de a cavallo;
acuérdate, Zelabo, ten memoria
De la naval batalla, del conflito
fiero, cruel, horrendo i espantoso, 640
en que mostró la reina tanto esfuerzo,
mandando que envistiessen sus vaxeles
con los del poderoso Escaurobates,
rei de las grandes Indias Orientales,
i entre las aguas, fuegos, flechas, piedras,
645
dardos, lanças, espadas de las
fieras,
inumerables gentes del rei indio;
ya te acuerdas, Zelabo, la braveza,
el inmenso valor i gallardía,
la fortaleza i varonil prudencia 650
que la reina mostró, principalmente
cuando llegó a envestir su fuerte fusta
la real capitana del contrario,
que en lugar de aterrarse el tierno pecho
de una tierna muger i delicada
655
la bolvieron más fuerte i animosa
los altos estampidos del encuentro
bravo, terrible, horrendo i temeroso,
los bravos truenos, las inormes muertes
de los crueles golpes del azero,
660
de las ardientes llamas de los
fuegos,
de las corrientes de las altas
aguas,
i al fin de las horribles furias sueltas
entre la gente inumerable i brava,
i el ver que el fuego entre las aguas queme 665
soldados, marineros, chusma, ropa,
mástiles, xarcias, remos, pavesadas,
batallolas, filares, filaretes,
ballesteras, cruxía, popa, proa,
i aun con las obras muertas la rajola, 670
las costillas, la quilla i todo el vaso,
no la espantava, antes la encendía
en valor, en braveza, esfuerço
i ánimo,
tanto, que su vaxel rindió al contrario
i de más de otros mil tuvo vitoria. 675
Zelabo.- Bien tengo en la
memoria, bien me acuerdo,
Diarco, de las grandes maravillas
que esta muger ha hecho en estos años
que en hábito de hombre disfrazada
ha sido rei i capitán famoso, 680
alcançando vitorias i trofeos
de todos sus contrarios, sino solo
de aquellos que consigo el hombre trae,
que son los viles apetitos ciegos,
de quien ha sido siempre avassallada. 685
Diarco.- Pues ¡qué
diré de su gobierno grande,
que en la paz començava ya a mostrarse,
i de las grandes obras i edificios
que ha levantado!
Degas: Semíramis edificando Babilonia
(1834-1917)
Esta ciudad nos sea testimonio; 690
dilo tú, Babilonia ilustre i noble,
dígalo tu sobervio i fuerte muro
de ladrillo cozido, fabricado
con hierro i con betún del Is asido,
alto dozientos pies i ancho cincuenta 695
i que rueda diez leguas puesto en quadro,
i que abraça el gran Eúfrates enmedio,
de cien puertas fortísimas cerrado,
i que tiene trezientas altas torres.
¡Qué diré de los huertos milagrosos, 700
qué de la grande copa o pila de oro,
qué del retrato suyo i de cien damas
hechos de un monte, i qué de aquel retrato
que la mitad trançada del cabello
i suelta la mitad muestra, mostrando 705
que estando en punto tal, le vino aviso
que Babilonia se le rebelava,
i cual estava así acudió bolando
a dar remedio al daño urgente, i diólo
antes de dar las trenças que esperava 710
el dorado cabello al viento suelto,
notable exemplo de inmortal memoria
para remedio de alterados pueblos,
súbita, rigurosa medicina
a súbita, pestífera dolencia! 715
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Guercino (1624)- Semíramis oyendo la
revuelta de Babilonia -Mengs (1728-1779)
¡Qué diré,
pues, del célebre obelisco,
qué de la puente, qué
del alto templo
qué de los otros dos lienços
de muro
que madre son en la ciudad al río;
qué del orden, govierno
i policía 720
de esta grande república admirable,
obra todo i hechura del ingenio
del coraçón, del ánimo invencible
de esta fuerte muger, que inútil peso
haze en la tierra fría, fría
tierra! 725
¡Oh vanos pensamientos de los hombres!
¿Para qué tanto amáis las vanidades?
¡Mira cuán poco dura el bien del suelo,
cuán cierto en el mayor contento i gozo
es el afán, la pena i desventura! 730
Mira la que alcançó el mayor renombre
que jamás hasta ella nadie tuvo,
pues fue la gran Semíramis llamada,
mirad cuál yaze, ¡oh fiero caso, muerta
a manos de su hijo amado i único! 735
Zelabo.- Diarco, escucha,
¿qué ruido suena?
A Ninias oigo.
Diarco.- El es, sin duda;
él viene.
Zelabo.- Esperemos aquí,
sea lo que fuere.
Diarco.- Eledo assoma, i juntamente
vienen
los consejeros en su compañía. 740
Zameis, Xanto, Creón, Troilo, Oristenes,
Zelabo, Diarco.
Zameis.- Después que
con tal gozo i alegría
os partistes de aquí, mi madre amada,
que según yo sospecho, ya sabía
que su postrera ora era llegada,
mil cosas admirables me dezía 745
en amorosas lágrimas bañada,
i en medio de su plática suave
le vi mudado el rostro i cuerpo en ave.
Diarco.- ¡Hai cosa igual!
¿No adviertes la mentira
que de la muerte de su madre ordena? 750
Zelabo.- Sí advierto,
i veo que parece en esso,
como en el rostro, a su atrevida madre.
Zameis.- Dos ojos pequeñuelos,
encendidos,
sus dos claras estrellas se tornaron;
las mexillas perdió, frente i oídos; 755
la boca i la nariz pico formaron;
dos alas los dos braços estendidos;
piernas i pies en garras se trocaron;
pechos, espaldas, cuello i cuerpo, en suma,
todo se le cubrió de blanca pluma. 760
En una hermossísima paloma
al fin vi convertida la difunta,
la cual, mirando al cielo, el buelo toma
hazia el Oriente con una alta punta;
en esto veo que en el cielo assoma 765
una a mis ojos agradable junta;
a Nino i Juno i al potente Belo
entonces assomados vi en el cielo.
En una blanca nuve perfilada
de rubís, perlas i oro relumbrante, 770
la real compañía vi assomada
por los claros balcones de levante,
adonde la paloma ya llegada
fue con amorosíssimo semblante
de aquellas tres personas recebida 775
i en su divino alcázar acogida.
Hirió nuestros oídos, en el punto
que llegó la paloma al cielo santo,
un tan suave i dulce contrapunto,
un tan sonoro i regalado canto, 780
que allá me arrebató con ellos junto
con gloria tal, con gusto i gozo tanto,
que por gozarle eternamente diera
mil vidas, si mil vidas posseyera.
Esto es sucintamente lo que passa 785
i lo que de mi madre amada vimos.
¡Oh, fortuna cruel, corta i escassa!,
¿en qué hijo i vassallos te ofendimos?
Xanto.- Fuera en nosotros
el llorar sin tassa
si no quedara en ti lo que perdimos, 790
i el llanto fuera justo en ti si el cielo
no te diera, señor, tanto consuelo.
Pero pues el eterno Dios piadoso,
que en bien del hombre eternamente vela,
por esse medio estraño i milagroso 795
de la visión, tu espíritu consuela,
i a nosotros i al pueblo venturoso
en tu herencia mil bienes nos revela,
tú enfrena del dolor essos estremos,
i nosoíros contigo nos gozemos. 800
Creón.- Conviene, oh
sabio Principe dichoso,
que la divina voluntad se haga.
Troilo.- I más viendo
que siempre Dios piadoso
junta la medicina con la llaga.
Oristenes.- I viendo que el
ingrato i desdeñoso 805
la paciencia de Dios gasta í estraga,
ques juntamente Dios fuerte i suave,
clemente, justiciero, afable í grave.
Diarco.- ¡Que
priessa que se dan a consolarle!
Zelabo.- ¡Essos
son los engaños de los hombres! 810
Zameis.- Todo lo entiendo,
pero no es possible
que pueda tanto la mortal flaqueza
que resista del todo un mal terrible,
aunque no falte al alma fortaleza,
siendo esta llaga en parte tan sensible, 815
dándomela el dolor con tal presteza,
es imposible no sentir tormento
i enfrenar el primero movimiento.
Zelabo.- ¡Qué
fingir tan astuto i engañoso!
Diarco.- En
cuerpo i alma todo es cual su madre. 820
Zameis.- Pero ya reportado,
amigos, digo
ques gran razón que en vez de desconsuelo
con vosotros me goze yo, i comigo
que vosotros tengáis gozo i consuelo,
pues como devo en hazer esto sigo 825
la voluntad del hazedor del cielo,
cuya mano, que pone i quita leyes,
tiene los coraçones de los reyes.
I assí conforme a esto me resuelvo
en que se vuelva el llanto en regozijo. 830
pues contra el cielo, sin razón me vuelvo,
si de lo que él se alegra yo me aflijo,
ya desta suerte sobre mí rebuelvo
i lo mejor al bien común elijo,
al bien de todos, ques lo que el Rei justo 835
ha de mirar primero que a su gusto.
Mañana con pregones se publique
este fin de mi madre milagroso,
i de mi coraçón se notifique
haziéndose aparato suntuoso, 840
i justo es que esta hora ya se aplique
al corporal descanso i el reposo:
partios, pues, ¡oh, fieles consejeros,
en mi reino i mi alma los primeros!
Xanto.- El
poderoso Dios contigo quede. 845
Creón.- El
cielo guarde tu real persona.
Troilo.- Dios,
señor, te prospere como puede.
Oristenes.- Dios
engrandezca tu real corona.
Zameis, Zelabo, Diarco.
Zameis.- Felizmente la muerte
me sucede
de esta tigre cruel, desta leona, 850
la cual, amigos, mui contraria ha sido
de lo que havéis aora de mí oído.
Tomá esta llave, abrí esa puerta, i fío
de los dos esto, i fiara mi vida;
esse sangriento cuerpo muerto i frío
855
es mi madre, no en ave convertida.
I de este caso i del intento mío
yo os haré relación larga i cumplida;
aora vamos con presteza luego
a dar esse lascivo cuerpo al fuego.
860
TRAGEDIA
De valor, de bondad, de cortesía,
da engaño, de maldad i de malicia,
de discreción, de amor, de valentía,
de pasión, de rencor i de cudicia,
de vicio, de crueldad, de tiranía,
865
de gobierno, de paz i de milicia,
ilustre exemplo doi al alma ilustre
con que su lustre como deve ilustre. 868
Fin de la tragedia de la Gran Semíramis.
Christian Khler: Semíramis (1852)