6.1.2.3.- Comedias entre 1516 y 1536.-
Trilogía de las Barcas
BARCA DE LA GLORIA [versos 450-535]
Obispo.- Muy crueles voces
dan
los gusanos cuantos son
a do mis carnes están,
sobre cuáles comerán
primero mi corazón.
Muerte.- No curés
señor obispo, hecho es:
a todos hago esa guerra.
Obispo.- ¡Oh, mis
manos y mis pies,
cuan sin consuelo estarés
y cuan presto seréis tierra!
Diablo.- Pues que venís
tan cansado,
vernéis aquí descansar,
porque iréis bien asentado.
Obispo.- Barquero tan
desestrado
no ha obispos de pasar.
Diablo.- Sin porfía
entre vuestra señoría,
que este batel infernal
ganaste por fantasía,
halcones de altanería,
y cosas de este metal.
De ahí donde estáis veréis
unas calderas de pez
adonde os coceréis,
y la corona asaréis,
y frigiréis la vejez.
Obispo honrado,
porque fuistes desposado
siempre desde juventud,
de vuestros hijos amado, [erasmismo]
santo, bien aventurado:
tal sea vuestra salud.
Lección (quinta).
Obispo. -Responde mihi cuántas
son
mis maldades y pecados:
veremos si tu pasión
bastará a mi redención,
aunque mil veces dobrados.
Pues me heciste,
¿cur faciem tuam ascondiste
y niegas tu piedad
al ánima que redemiste?
Contra folium escreviste
amargura y crueldad.
RESPONSO
Memento mei, Deus señor,
quia ventus est vita mea;
memento mei, Redemptor,
envía esfuerzo al temor
de mi alma dolorida.
¡Ay de mí!
De profundis clamavi!
exaudi mi oración.
Diablo.- Obispo, paréceme a mí
que habéis de volver aquí
a esta santa embarcación.
Va el obispo a la barca de los ángeles
y dice:
Obispo.- ¡Oh remos
maravillosos!
¡Oh barca nueva, segura,
socorro de los llorosos!
¡Oh barqueros gloriosos,
en vos está la ventura!
He dejado
mi triste cuerpo cuitado,
del vano mundo partido,
de todas fuerzas robado,
del alma desamparado,
con dolores despedido.
Bien basta fortuna tanta:
pasadme esta alma, por Dios,
porque el infierno me espanta.
Ángel.- Si ella no viene santa,
gran tormenta corréis vos.
Obispo.- Yo confío
en Jesú, redentor mío,
que por mí se desnudó;
puestas sus llagas al frío,
se clavó en aquel navío
de la cruz donde expiró.
Viene la Muerte y trae a un Arzobispo
y dice ella:
Muerte.- Señor
arzobispo amigo,
¿qué vos parece de mí?
¡Bien peleastes conmigo!
Arzobispo.- No puede nadie contigo,
y yo nunca te temí.
Oh muerte amara,
la vida nos cuesta cara,
el nascer no es provecho.
Esta obra
recuerda a las Danzas de la Muerte medievales.
Abajo tienes un grabado de una danza que parece ilustrar
este pasaje de Gil Vicente: