Agustín
de Rojas, en su Viaje entretenido (1603) dejó
a la posteridad la más completa y conocida relación
de los tipos de compañías teatrales que pululaban
por la España de su tiempo:
SOLANO.- Pues
sabed que hay ocho maneras de compañías y representantes,
y todas diferentes.
RAMÍREZ.- Para mí es tanta novedad ésa como
esotra.
ROJAS.- Por vida de Solano, que nos la digáis.
SOLANO.- Habéis de saber que hay bululú, ñaque,
gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga, farándula y
compañía.
El bululú
es un representante solo,
que camina a pie y pasa su camino, y entra en el pueblo, habla
al cura y dícele que sabe una comedia y alguna loa: que
junte al barbero y sacristán y se la dirá porque
le den alguna cosa para pasar adelante. Júntanse éstos
y él súbese sobre un arca y va diciendo: «agora
sale la dama» y dice esto y esto; y va representando, y
el cura pidiendo limosna en un sombrero, y junta cuatro o cinco
cuartos, algún pedazo de pan y escudilla de caldo que le
da el cura, y con esto sigue su estrella y prosigue su camino
hasta que halla remedio.

Ñaque es dos
hombres (...); éstos hacen un entremés, algún
poco de un auto, dicen unas octavas, dos o tres loas, llevan una
barba de zamarro, tocan el tamborino y cobran a ochavo y en esotros
reinos a dinerillo (que es lo que hacíamos yo y Ríos);
viven contentos, duermen vestidos, caminan desnudos, comen hambrientos
y espúlganse el verano entre los trigos y en el invierno
no sienten con el frío los piojos.

Gangarilla es compañía
más gruesa; ya van aquí tres
o cuatro hombres, uno que sabe tocar una locura; llevan
un muchacho que hace la dama, hacen
el auto de La oveja perdida, tienen barba y cabellera,
buscan saya y toca prestada (y algunas veces se olvidan de volverla),
hacen dos entremeses de bobo, cobran a cuarto, pedazo de pan,
huevo y sardina y todo género de zarandaja (que se echa
en una talega); éstos comen asado, duermen en el suelo,
beben su trago de vino, caminan a menudo, representan en cualquier
cortijo y traen siempre los brazos cruzados.
RÍOS.- ¿Por qué razón?
SOLANO.- Porque jamás cae capa sobre sus hombros.

Cambaleo es una mujer
que canta y cinco hombres que lloran;
éstos traen una comedia, dos autos, tres o cuatro entremeses,
un lío de ropa que le puede llevar una araña; llevan
a ratos a la mujer a cuestas y otras en silla de manos; representan
en los cortijos por hogaza de pan, racimo de uvas y olla de berzas;
cobran en los pueblos a seis maravedís, pedazo de longaniza,
cerro de lino y todo lo demás que viene aventurero (sin
que se deseche ripio); están en los lugares cuatro o seis
días, alquilan para la mujer una cama y el que tiene amistad
con la huéspeda dale un costal de paja, una manta y duerme
en la cocina, y en el invierno el pajar es su habitación
eterna. Éstos, a mediodía, comen su olla de vaca
y cada uno seis escudillas de caldo; siéntanse todos a
una mesa y otras veces sobre la cama. Reparte la mujer la comida,
dales el pan por tasa, el vino aguado y por medida, y cada uno
se limpia donde halla: porque entre todos tienen una servilleta
o los manteles están tan desviados que no alcanzan a la
mesa con diez dedos.

Compañía de garnacha
son cinco o seis hombres, una mujer
que hace la dama primera y un muchacho
la segunda; llevan un arca con dos sayos, una ropa, tres pellicos,
barbas y cabelleras y algún vestido de la mujer, de tiritaña.
Éstos llevan cuatro comedias, tres autos y otros tantos
entremeses; el arca en un pollino, la mujer a las ancas gruñendo,
y todos los compañeros detrás arreando. Están
ocho días en un pueblo, duermen en una cama cuatro, comen
olla de vaca y carnero, y algunas noches su menudo muy bien aderezado.
Tienen el vino por adarmes, la carne por onzas, el pan por libras
y la hambre por arrobas. Hacen particulares a gallina asada, liebre
cocida, cuatro reales en la bolsa, dos azumbres de vino en casa
y a doce reales una fiesta con otra.

En la bojiganga, van dos
mujeres y un muchacho, seis o siete compañeros,
y aun suelen ganar muy buenos disgustos, porque nunca falta un
hombre necio, un bravo, un mal sufrido, un porfiado, un tierno,
un celoso ni un enamorado: y habiendo cualquiera de éstos,
no pueden andar seguros, vivir contentos, ni aun tener muchos
ducados. Éstos traen seis comedias, tres o cuatro autos,
cinco entremeses, dos arcas, una con hato de la comedia y otra
de las mujeres. Alquilan cuatro jumentos, uno para las arcas y
dos para las hembras, y otro para remudar los compañeros
a cuarto de legua (conforme hiciere cada uno la figura y fuere
de provecho en la chacota). Suelen traer, entre siete, dos capas,
y con éstas van entrando de dos en dos, como frailes. Y
sucede muchas veces, llevándosela el mozo, dejarlos a todos
en cuerpo. Éstos comen bien, duermen todos en cuatro camas,
representan de noche, y las fiestas de día, cenan las más
veces ensalada, porque como acaban tarde la comedia, hallan siempre
la cena fría. Son grandes hombres de dormir de camino debajo
de las chimeneas, por si acaso están entapizadas de morcillas,
solomos y longanizas, gozar de ellas con los ojos, tocarlas con
las manos y convidar a los amigos, ciñéndose las
longanizas al cuerpo, las morcillas al muslo y los solomos, pies
de puerco, gallinas y otras menudencias en unos hoyos en los corrales
o caballerizas; y si es en ventas en el campo (que es lo más
seguro), poniendo su seña para conocer dónde queda
enterrado el tal difunto. Este género de bojiganga es peligrosa,
porque hay entre ellos más mudanzas que en la luna y más
peligros que en frontera (y esto es si no tienen cabeza que los
rija).

Farándula es víspera
de compañía; traen tres mujeres,
ocho y diez comedias, dos arcas de hato; caminan en mulos de arrieros
y otras veces en carros, entran en buenos pueblos, comen apartados,
tienen buenos vestidos, hacen fiestas de Corpus a doscientos ducados,
viven contentos (digo los que no son enamorados). Traen unos plumas
en los sombreros, otros veletas en los cascos, y otros en los
pies, el mesón de Cristo con todos. Hay Laumedones de «ojos,
decídselo vos», que se enamoran por debajo de las
faldas de los sombreros, haciendo señas con las manos y
visajes con los rostros, torciéndose los mostachos, dando
la mano en el aprieto, la capa en el camino, el regalo en el pueblo,
y sin hablar palabra en todo el año.

En las compañías hay
todo género de gusarapas y baratijas: entrevan cualquiera
costura, saben de mucha cortesía; hay gente muy discreta,
hombres muy estimados, personas bien nacidas y aun mujeres muy
honradas (que donde hay mucho, es fuerza que haya de todo), traen
cincuenta comedias, trescientas arrobas de hato, diez y seis personas
que representan, treinta que comen, uno que cobra y Dios sabe
el que hurta. Unos piden mulas, otros coches, otros literas, otros
palafrenes, y ningunos hay que se contenten con carros, porque
dicen que tienen malos estómagos. Sobre esto suele haber
muchos disgustos. Son sus trabajos excesivos, por ser los estudios
tantos, los ensayos tan continuos y los gustos tan diversos, aunque
de esto Ríos y Ramírez saben harto, y así
es mejor dejarlo en silencio, que a fe que pudiera decir mucho.
RÍOS.- Digo que me habéis espantado.

Agustín de Rojas: El
viaje entretenido, Libro I, 1603
Imágenes: Teatro de Almagro