Literatura Española del Siglo XVI

5.2.- La novela pastoril, bizantina y morisca
5.2.3.- La novela morisca

5.2.3.1.- Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa

VERSIONES EN VERSO: ROMANCES

Lucas Rodríguez (¿-1599) - Diego Pisador (1509-1557): Libro de música de vihuela (1552)

Lorenzo Costa (1460-1535): Concierto (h.1490)

[Aquí tienes el romance completo; en azul, los fragmentos cantados]

Al campo sale Narváez,
Vasallo del rey de España
Y alcaide de Antequera,
Con ilustre cabalgada,
Todos a punto de guerra,
De gran nombradía y fama.
Salen por topar los moros,
Haciendo alguna emboscada.
La media noche sería,
La tierra en silencio estaba;
Narváez sube a un otero,
De allí la luna miraba.
Tan clara estaba y serena,
Que de vella se admiraba;
La noche parece día,
Según el cielo mostraba.

El camino por do iban
En dos caminos se aparta:
Por el uno el gran guerrero
Con los cuatro solo marcha;
Los cinco van por el otro
Mas con señal concertada
Que en viéndose en apretura
Una corneta se taña.
Por medio de una arboleda,
Que el aire la meneaba,
Una voz oyen de un moro
Que echa sospiros del alma

Tan fervorosos y ardientes,
Que el campo atemorizaba.
Encima de un gran caballo
Trae embrazada la adarga,
Dos limpios y agudos hierros
Puestos en la gruesa lanza;
Marlota de seda verde
A la morisca broslada;
Una gran toca revuelta
Con rapacejos de plata;
Valiente alfanje ceñido
Con tanta borla encarnada;
Borceguí con lazo de oro
Y rica espuela dorada.
Bien muestra en su gala el moro
Que amor le señoreaba:
Esta es la canción que dice,
Aunque en arábigo canta:
—En Cartama fui criado,
Pero nacido en Granada,
Y por la ventura mía
En Coín tengo mi alma.—

Los caballeros de verle
Muy gran contento tomaban,
No por la canción suave,
Aunque a enamorar bastaba;
Mas por solo el interese
De tan rica cabalgada.
Todos cinco le acometen
Para que no se les vaya:
Ya le contaban por preso,
¡Mas ay, y cómo se engañan!
Porque el moro es tan valiente
Cuanto amador se mostraba,
Y viéndose de tal suerte,
Al punto el cantar dejaba.
Llegó la adarga a los pechos,
Empieza a jugar la lanza,
Y presto les da á entender
Cuánto es e! valor que alcanza,
Porque en solo aquel camino
Le va la vida y el alma.
Entra y sálese de entre ellos
Con sobrado esfuerzo y maña;
Ellos procuran prenderle;
¡Ay cuan caro les costaba!
A los tres tendió en el suelo,
A los dos muy mal maltrata.
El uno, viéndose tales,
La corneta que sonaba.
Oídola había Rodrigo,
Tomólo por nueva mala.

Llegó con los cuatro suyos
Do está la lid comenzada,
Y viera la escaramuza
Casi del todo acabada,
Porque los cinco murieran,
Si él tan presto no llegara.
Manda que se aparten todos
Que él solo quiere acaballa,
Y aunque está cansado el moro
Muy grande esfuerzo mostraba.
Luego los dos se acometen;
¡Oh qué hermosa batalla!
Que si Rodrigo es valiente,
Al moro ¿qué le faltaba?
Mas Rodrigo acertó al moro
En el muslo una lanzada,
Y por ser sobre cansado
El moro muy mal la pasa.
Llegan a asirse a los brazos,
El moro en tierra se halla:
—No me rendiré, le dice,
Sino a la que rendí el alma.—
Narváez tan firme al verle,
A levantar le ayudaba:

Cabalgan y dan la vuelta;
Por su preso le llevaba.
Rodrigo pregunta al moro
Quién es o lo que demanda.
— Dime, replica, tu nombre,
Después haré lo que mandas.
—Soy Rodrigo de Narváez,
Vasallo del rey de España.—

El moro con rostro alegre
D'esta manera le habla;
—Tu gran valor, caballero,
Me quita de ti la saña,
Pues tu valiente persona
Es de todos estimada,
Y aquel que de ti es vencido,
Muy mayor victoria gana.
—Yo me llamo Abindarráez,
Y mi padre así se llama;
Soy de los Abencerrajes,
Que eran la flor de Granada,

Y por su ventura triste
fue la mía desdichada.—
Luego le contó la historia
Y los amores que trata,

Diciéndole cómo iba
Al llamado de su dama,
Con que su penada vida
Habie de ser remediada,
Y que su corta ventura
De tal suerte lo estorbaba.
Don Rodrigo, como es noble,
Tenido le ha grande lástima,
Y dícele : — Caballero,
Si me das tu fe y palabra
De volverte a mi prisión
Fenecida esta jornada,
Yo te porné en libertad,
Y sigue en paz tu demanda.—
Viendo el moro tal grandeza,
Manos y pies le besaba,
Y por Alá le promete
De volver preso a su casa;
Y tomada la licencia,
Solo el moro se tornaba,
Do prosiguió sus amores
Todo como él deseaba,
Hasta volver en prisión
Como prometió y jurara,

Prometió de venir solo,
Consigo trujo á su dama.
Rodrigo lo estima en mucho,
Al punto lo libertaba,
Con que quedó entre los dos
Grande amistad confirmada.

Romancero historiado