Literatura Española del Siglo XVI

3.- Poesía del Segundo Renacimiento

3.2.- Otros poetas del segundo Renacimiento

3.2.6.- Baltasar del Alcázar (1530-1606) (Ver Poesía de la Edad de Oro I Renacimiento de José Manuel Blecua)

SONETOS

1 Primer soneto del soneto que se conoce en letra castellana

Yo acuerdo revelaros un secreto
en un soneto, Inés, bella enemiga;
mas por buen orden que yo en esto siga,
no podrá ser en el primer cuarteto.

Venidos al segundo, yo os prometo
que no se ha de pasar sin que os lo diga;
mas estoy hecho, Inés, como una hormiga
al trabajo diario y bien sujeto.

Pues ved, Inés, que ordena el duro hado:
que, teniendo el secreto ya en la boca
y el orden de decillo ya estudiado,

conté los versos todos y he hallado
que por la cuenta que a un soneto toca,
ya este soneto, Inés, está acabado.

2 Soneto con estrambote

«Haz un soneto que levante el vuelo
sobre el Cáucaso, monte inaccesible,
de estilo generoso y apacible,
lleno de variedad de Cipro y Delo.

Con perlas, ámbar, oro, grana y yelo
(nieve quise decir, no fue posible):
no sea lo esencial inteligible,
pues que no ha de faltarle un Velutelo.

Luego que este soneto se concluya
cuenta el caudal; si ves que ha mejorado,
bueno será, pues hizo algún efecto.

Mas si, por mi desgracia y por la tuya,
no hallas un bayoco mejorado,
¿para qué será de bueno este soneto?

Aunque yo te prometo
que sé para qué es bueno el cuitadillo;
pero tengo vergüenza de decillo.
Si quieres conferillo
sin la pasión de padre, allá en tu seno,
tú sabrás, como yo, para qué es bueno».

SONETOS PANEGÍRICOS

1 A Gutierre de Cetina

Si subiera mi pluma tanto el vuelo
que el deseo igualara que la inclina
a celebrar, carísimo Cetina,
cuanto bien sobre vos derrama el cielo.

Vierades, en honor del patrio suelo,
la clara fama que la rueda empina
del gran hijo de Tetis, como indina,
cubierta a vuestros pies de negro velo;

mas ya que el hado le negó esta palma
al tardo ingenio, porque tal supuesto
pide más alta, numerosa suma,

yo os celebro, Señor, dentro mi alma,
donde os veréis en aquel punto puesto
do no llegó el ingenio ni la pluma.

pues le vemos ceñir con nueva gloria
del gran Cetina la ingeniosa frente.

2 Al pintor Francisco Pacheco

En tanto, nuevo Apeles, que, ocupado
en las ideas, tu ingeniosa mano
les formas cuerpos que, al juicio humano,
vence al original cualquier traslado.

La Fama, que de ti tiene el cuidado,
ligera rompe por el aire vano,
dilatando tu nombre soberano
del Etíope adusto al Scita helado.

Rinde, pues, caro amigo, al alto Cielo
divinos dones, por la larga suma
de partes que te dio dignas de gloria.

Yo, por la mía, con el bajo vuelo
de esta mi tosca y mal cortada pluma
,
celebraré, Pachecho, tu memoria.

SONETO AMOROSO

Cercada está mi alma de contrarios;
la fuerza, flaca; el castellano, loco;
el presidio, infïel, bisoño y poco,
ningunos los pertrechos necesarios.

Los socorros que espero, voluntarios,
porque ni los merezco ni provoco;
tan desvalido, que aun a Dios no invoco
porque mis consejeros andan varios.

Los combates, continuos, y la ofensa;
los enemigos, de ánimo indomable;
rota por todas partes la muralla.

Nadie quiere acudir a la defensa...
¿qué hará el castellano miserable
que en tanto estrecho y confusión se halla?

SONETO RELIGIOSO

Cansado estoy de haber sin Ti vivido,
que todo cansa en tan dañosa ausencia;
mas, ¿qué derecho tengo a tu clemencia,
si me falta el dolor de arrepentido?

Pero, Señor, en pecho tan rendido
algo descubrirás de suficiencia
que te obligue a curar como dolencia
mi obstinación y yerro cometido.

Mi conversión es tuya y Tú la quieres;
tuya es, Señor, la traza, tuyo el medio
de conocerme yo y de conocerte.

Aplícale a mi mal, por quien Tú eres,
aquel eficacísimo remedio
compuesto de tu sangre, vida y muerte.

SONETO SATÍRICO: LA MUJER CELOSA

Ningún hombre se llame desdichado
aunque le siga el hado ejecutivo,
supuesto que en Argel viva cautivo,
o al remo en las galeras condenado.

Ni el propio loco por furioso atado,
ni el que perdido llora estado altivo,
ni el que a deshonra trujo el tiempo esquivo,
o la necesidad a humilde estado.

Sufrir cualquiera pena es fácil cosa,
que ninguna atormenta tan de veras
que no la venza el sufrimiento un tanto.

Mas el que tiene la mujer celosa,
ese tiene desdicha, Argel, galeras,
locura, perdición, deshonra y llanto
.

POESÍA DE ARTE MENOR, SATÍRICA

1 DIÁLOGO ENTRE UN GALÁN Y EL ECO

GALÁN: En este lugar me vide
cuando de amor me partí;
quisiera saber de mí,
si mi suerte no lo impide.

ECO: Pide.

GALÁN: Temo novedad o trueco,
que es fruto de una partida;
mas ¿quién me dice que pida
con un término tan seco?

ECO: Eco.

GALÁN: ¿La que siguió con tal priesa
las pisadas de Narciso?
La que por Júpiter quiso
ser contra Juno traviesa?

ECO: Esa.

GALÁN: ¿Qué andas por aquí buscando,
bella ninfa? ¿Es a tu amor,
o vencida del dolor,
andas tus males llorando?

ECO: Ando.

GALÁN: Así Narciso te vea
con más piedad que solía,
que informes al alma mía
de las cosas que desea.

ECO: Sea.

GALÁN: Respóndeme, pues, del cerro
cavernoso; ¿haberme ido
fue yerro, no habiendo sido
necesario mi destierro?

ECO: Yerro.

GALÁN: Hora debió ser menguada,
donde reinó el interés;
la lealtad y fe de Inés
¿qué han medrado en mi jornada?

ECO: Nada.

GALÁN: El caso va descubierto,
algún desconcierto ha hecho;
¿es cierto lo que sospecho
de haber hecho desconcierto?

ECO: Cierto.

GALÁN: ¿Vístele romper el hilo
que anudó nuestra amistad?
No quieras con liviandad
hacerme cera y pavilo.

ECO: Vilo.

GALÁN: A vilo no hay que dudarse,
yo te doy entera fe;
mas lo que viste ¿qué fue?
¿fue olvidarme o fue mudarse?

ECO: Darse.

GALÁN: ¡Qué, en tales trances y puntos
Inés con otro se halla!
Di cómo los viste, y calla
las circunstancias y adjuntos.

ECO: Juntos.

GALÁN: Ella fue nave sin lastre,
que dio conmigo al través;
y ¿de qué calidad es
el autor de mi desastre?

ECO: Sastre.[...]

2 EPIGRAMA

En un muladar un día
cierta vieja sevillana,
buscando trapos y lana,
su ordinaria granjería,
acaso vino a hallarse
un pedazo de un espejo,
y con un trapillo viejo
lo limpió para mirarse.
Viendo en él aquellas feas
quijadas de desconsuelo,
dando con él en el suelo,
le dijo:“Maldito seas“

3 TRES COSAS

Tres cosas me tienen preso
de amores el corazón,
la bella Inés, el jamón,
y berenjenas con queso.

Esta Inés, amantes, es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.
Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.

Fue de Inés la primer palma;
pero ya juzgarse ha mal
entre todos ellos cuál
tiene más parte en mi alma.
En gusto, medida y peso
no le hallo distinción:
ya quiero Inés, ya jamón,
ya berenjenas con queso.

Alega Inés su bondad,
el jamón que es de Aracena,
el queso y la berenjena
la española antigüidad.
Y está tan en fiel el peso
que, juzgado sin pasión,
todo es uno, Inés, jamón,
y berenjenas con queso.

A lo menos este trato
destos mis nuevos amores
hará que Inés sus favores
nos los venda más barato.
Pues tendrá por contrapeso
si no hiciere razón,
una lonja de jamón
y berenjenas con queso.


A UNA MUJER ESCUÁLIDA

Yace en esta losa dura
una mujer tan delgada
que en la vaina de una espada
se trajo a la sepultura.
Aquí el huésped notifique
dura punta o polvo leve,
que al pasar no se la lleve,
o al pisarla, no se pique.

EL BAILE

Entraron en una danza
doña Constanza y don Juan:
cayó, danzando, el galán,
pero no doña Constanza.
De la gente cortesana
que lo vio, quedó juzgado
que don Juan era pesado;
doña Constanza, liviana.