Francisquita:
No os sofoquéis Fernando
que acaso la invención
fue de alguien que ha querido
hacer la imitación
de un cuento que mi abuela
solíame contar.
¿Os divierten los cuentos?
¿lo queréis escuchar?
“Era una rosa que en un
jardín
languidecía de casto amor
por un ruiseñor,
mientras un zángano zumbador
a enamorarla desde el panal
todas las tardes venía al rosal;
y al ver la rosa que el ruiseñor
amor sentía por otra flor,
al zángano infeliz cuando venía
la rosa decía:
Ese ruiseñor soberbio y cantarín
cuando tú no estás señor en el jardín
viene a mi rosal y en esta rama
me dice que me ama;
y aunque creo yo que con su pico miente,
jamás cantó un trino y un gorjeo tan valiente.
Fernando
¿Y después qué pasó?
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Cardona
Eso mismo digo yo.
Francisquita
Que el pobre zángano, más infeliz
aún, y más viejo que aquella flor,
llamó al ruiseñor
para quejarse de su actitud
y amenazarle con su aguijón
si no sabía callar su pasión.
Desde el día que supo el ruiseñor
de la rosa ser tierno trovador
y enfrente del rosal
desde aquel día el pájaro decía:
Fernando
Este ruiseñor prendado está de ti.
Francisquita
¿Cómo pudo ser? si nunca vino aquí.
Fernando
Viene a tu rosal y en esta rama
te dice que te ama.
Francisquita
Me dice que me ama.
Fernando
Te dice que te ama.
Francisquita
Y aunque creo yo que con su pico miente,
jamás cantó un trino y un gorjeo tan valiente. |