MASTER EN LITERATURA COMPARADA EUROPEA

El cuento europeo y España

02.- El exemplum y el milagro europeos

2.2.1.- Gonzalo de Berceo y Europa

2.2.1.3.3.-El clérigo ignorante

2.2.1.3.3.1.- Versiones europeas

2.2.1.3.3.1.1.- Jacques de Voragine: Legenda sanctorum

SANTO TOMÁS CANTUARIENSE
[El clérigo ignorante]


[2]Cuando santo Tomás regía la diócesis de Cantorbery había en ella un presbítero que fue acusado ante él de que era idiota, falto de juicio, y de que todos los días, en lugar de celebrar la misa que las rúbricas señalaban, decía la votiva de la Santísima Virgen. El arzobispo castigó al susodicho presbítero prohibiéndole celebrar misa. Por aquellos días había escondido santo Tomás debajo de su cama el cilicio que ordinariamente usaba, porque estaba roto y quería coserlo por sí mismo, secretamente, sin que nadie se enterara. La Virgen María se apareció al sacerdote suspendido de sus facultades sagradas y le dijo: «Ve a ver al arzobispo y dile que aquella en cuyo honor celebrabas todos los días la misma misa votiva, le ha cosido ya su cilicio, que lo ha guardado en tal lugar, donde lo encontrará, y hallará un poco de hilo rojo que sobró de la compostura, y dile también que te levante la pena de suspensión que te impuso». El sacerdote cumplió el encargo que la Virgen le hiciera. El arzobispo, por su parte, comprobó que, en efecto, el cilicio estaba ya cosido, y lleno de asombro y de admiración, levantó la pena de suspensión al presbítero, exigiéndole que guardara secreto sobre este episodio, para que nadie se enterara de que bajo sus ropas usaba cilicio.


Alianza 1995

Otra versión del mismo autor en el mismo libro


LA NATIVIDAD
[Clérigo ignorante]

7. En cierta parroquia había un sacerdote de costumbres sencillas y honestas, pero tan corto y tan simple que no sabía más misa que la votiva en honor de la Bienaventurada Virgen María; por tanto, esa era la que siempre celebraba. Alguien denunció este hecho ante el obispo. Este llamó al sacerdote y le preguntó si era cierto lo que sobre el particular le habían dicho. El acusado respondió que sí, y alegó en su descargo que aquella era la única misa que sabía. El obispo desautorizó su modo de proceder, trató de hacerle ver que estaba induciendo a error a sus feligreses, le reprendió duramente, lo privó del oficio de párroco y le prohibió que volviera a decir esa misa. Mas aquella misma noche la Virgen María se apareció al obispo, le recriminó severamente, le preguntó por qué había tratado de aquel modo a su devoto siervo, y le advirtió que, si no reponía en su oficio al destituido párroco, de allí a treinta días pagaría con la muerte su improcedente actitud. A la mañana siguiente, el obispo, temblando de miedo, llamó al sacerdote, le pidió perdón, lo repuso en el cargo y le ordenó que en adelante continuara celebrando la única misa que sabía, es decir, la votiva en honor de Santa María.


Alianza 1995