2.2.1.1.1.- Versiones
italianas:
2.2.1.1.1.2.- Jacques de Voragine:
LEGENDA SANCTORUM
2.2.1.1.1.2.2.- 2ª versión:
La Natividad
9. Fulberto
de Chartres refiere el siguiente caso: En el año 537
vivía en Sicilia un varón
llamado Teófilo, el cual, por
expreso deseo del obispo de la diócesis, ejercía el
cargo de administrador de los bienes de aquella Iglesia, y lo ejercía
tan competentemente que a la muerte de su prelado el pueblo entero,
unánime y públicamente, pidió a voz en grito
que él y solamente él fuese considerado candidato
para suceder en la sede vacante al obispo difunto. Teófilo,
en cambio, como estaba contento con el oficio que desempeñaba,
rehusó tal honor e hizo cuanto pudo para que el nombramiento
recayese sobre otro, y lo consiguió. El nuevo obispo, empero,
destituyó a Teófilo del
cargo de administrador. El destituido encajó tan mal el golpe
de su destitución, que, llevado del disgusto que su cese
le produjo, acudió a un hechicero judío
y solicitó sus consejos y ayuda para conseguir que le repusieran
en su anterior oficio. El hechicero llamó al diablo; el diablo
se presentó allí inmediatamente y propuso a Teófilo
que renegara de Cristo, de su Madre, y de su condición de
cristiano; y logró que hiciese voto
de obediencia a Satanás, y que firmase con su propia
sangre un documento en el que se hacía constar su renuncia
a la fe y la promesa que acababa de pronunciar. Tras la firma del
susodicho documento, Teófilo lo selló con su propio
anillo y se lo entregó al demonio para que éste lo
guardara en su poder. El demonio manipuló las cosas de tal
manera, que al día siguiente en que Teófilo rubricara
el referido compromiso, el obispo lo llamó, le ofreció
su amistad, y lo repuso en el puesto de que antes lo había
destituido. Pasado algún tiempo Teófilo cayó
en la cuenta del mal paso que había dado, se arrepintió
de lo hecho y, con todas las veras de su alma, recurrió
a la Virgen gloriosa rogándole con profunda y sincera
devoción que le ayudara a salir del conflicto en que se había
metido. La Bienaventurada Virgen María acudió prestamente
en su socorro, se le apareció, le recriminó
la impiedad en que había incurrido, le mandó que renunciase
al demonio, que reconociese a Cristo como Hijo de Dios, y que aceptase
de nuevo en todo su conjunto el sagrado depósito de la fe
cristiana. Teófilo hizo cuanto la Virgen le dijo, recuperó
la amistad de ella y la gracia y también la amistad de Cristo.
Poco después de esto, para que estuviese seguro de que su
pecado le había sido perdonado, la gloriosa Virgen María
se le apareció de nuevo, le mostró
el documento que él había entregado al diablo,
se lo puso sobre su pecho, se lo devolvió
y le exhortó a que desechara sus temores, a que se alegrara
sinceramente y a que permaneciese tranquilo, puesto que por su intercesión
había quedado libre del voto de obediencia hecho a Satanás.
Exultante de gozo, Teófilo refirió a su obispo y manifestó
delante del pueblo cuanto le había ocurrido, y tres
días después de haber hecho este relato, que
por cierto produjo gran admiración entre el público
y provocó entre la gente una ola de entusiasmo hacia Nuestra
Señora, descansó en paz.
Alianza 1995