00.5.-Teseo
y Pirítoo (Plutarco: Vidas paralelas: Teseo
y Rómulo: Teseo y Pirítoo)
XXX.- En cuanto a su amistad con Pirítoo, dícese
que se concilió de esta manera: tenía Teseo gran
renombre de fuerza y de valor; queriendo, pues, Pirítoo
tomar de ello conocimiento y probarle, se llevó de Maratón
los bueyes que aquel allí tenía; y sabiendo que
le perseguía armado, no huyó, sino que más
bien retrocedió, y le salió al encuentro. Luego
que estuvieron a la vista, cada uno admiró
la belleza y resolución del otro; trabaron sí
combate; pero Pirítoo, alargando el primero la mano,
puso en la de Teseo que fuese juez de aquel robo, porque de
buena voluntad se sujetaría a la pena que determinase.
Teseo le remitió la pena, y le brindó con ser
su amigo y aliado; por lo que hicieron
entre sí amistad jurada. Casóse de allí
a poco Pirítoo con Deidamia, y convidó a Teseo
a que asistiese, reconociera aquella comarca, y se uniera con
los Lapitas. Sucedió que también fueron convidados
al banquete los Centauros, los cuales insolentándose
en demasía, como después ya acalorados con el
vino se desmandasen con las mujeres, los Lapitas se movieron
a tomar venganza, y a unos dieron muerte, y a otros, venciéndolos
en batalla, al fin los arrojaron del país, auxiliándoles
y venciendo con ellos Teseo. Herodoto dice que esto no pasó
así, sino que encendida ya la guerra Teseo acudió
a auxiliar a los Lapitas; y entonces por la primera vez conoció
de vista a Heracles, habiendo puesto por obra el ir a encontrarse
con él cerca de Tarquina, cuando ya reposaba de sus peregrinaciones
y trabajos, y habiéndose hecho el encuentro con mucho
honor y aprecio, y con grandes alabanzas de una y otra parte.
Mas, sin embargo, mayor asenso debe darse a los que refieren
que se habían juntado otras muchas veces, y que la iniciación
de Heracles se hizo a solicitud de Teseo, y también la
purificación que la precedió, y se tuvo en aquel
por necesaria, a causa de algunas acciones inconsideradas.
XXXI.- Siendo ya de cincuenta años, como dice Helánico,
tuvo lugar el robo de Helena, todavía pequeña;
por lo que algunos, para dar otro viso a ésta, que fue
la más grave de cuantas cosas en él se reprenden,
dicen no haber sido Teseo el que robó a Helena, sino
que habiéndola robado Idas y Linceo, y entregándosela
en depósito, la retuvo, y no quiso restituirla a los
Dióscuros que la reclamaban; o de otro modo, que entregándosela
Tíndaro, por temer a Enarsforo el de Hipocoonte, como
por fuerza, se entregó de Helena todavía niña;
pero lo más verosímil y confirmado con más
testimonios es lo siguiente. Pasaron ambos a Esparta, y robando
a esta doncella a tiempo que ejecutaba una danza en el templo
de Ártemis Ortia, echaron a huir; y como los que fueron
enviados en su seguimiento no hubiesen llegado sino poco más
allá de Tegea, libres ya de miedo, y traspuestos del
Peloponeso, hicieron pacto de que aquel
a quien le tocase la suerte recibiría por mujer a Helena;
pero éste había de ayudar al otro a proporcionarse
otra boda. Echadas las suertes, conforme a este convenio,
le tocó a Teseo, y entregándose de aquella doncellita,
que todavía no estaba en sazón de casarse, la
llevó a Afidnas, donde, poniéndola al lado a su
madre Etra, la entregó a un afidnense amigo suyo, encargándole
la tuviese en seguridad y la guardase de todos los demás.
Dando después su asistencia a Pirítoo, se dirigió
con él al Epiro en busca de la hija de Aidíneo,
rey de los Molosos, el cual dando a su mujer el nombre de Perséfone,
a su hija el de Core, y el de Cerbero a un perro, había
decretado que los pretendientes de su hija combatiesen con éste,
y la alcanzara el que lo venciese; mas habiendo entendido que
éstos no venían como pretendientes, sino como
raptores, los prendió, y de Pirítoo al punto se
deshizo, despedazándolo el perro; pero a Teseo lo mantuvo
en prisiones.
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XXXV.- Hospedando después
el rey de los Molosos Aidoneo a Heracles, y haciendo casualmente
conversación de lo ocurrido con Teseo y Pirítoo,
así de lo que habían venido a ejecutar, como de
lo que en castigo habían padecido, Heracles lo llevó
muy mal, por haber el uno muerto ignominiosamente, y estar para
suceder lo mismo al otro; y respecto de Pirítoo, no pudo
hacer otra cosa que afeárselo; pero en cuanto a Teseo
se lo pidió, y le rogó que le hiciese esta gracia.
Concedióselo Aidoneo, y suelto ya Teseo, volvió
a Atenas, donde no habían sido del todo sojuzgados sus
amigos; y cuantos templetes tenía, por haberlos levantado
en su honor la ciudad, todos los consagró a Heracles,
y los llamó Heracles en vez de Teseos, a excepción
solamente de cuatro, según testimonio de Filócoro.