MASTER EN LITERATURA COMPARADA EUROPEA
El cuento europeo y España
01.- Pedro Alfonso, el primer español autor de cuentos "europeo". La disciplina clericalis en Europa Cuento I.- El medio amigo
A continuación Barlaán dijo al príncipe: —A las personas acaparadas
por el amor a las cosas de la vida presente sucédeles lo que
les sucedió a cierto individuo. Tenia este sujeto tres amigos.
A uno de ellos amábalo mucho más que a sí mismo;
a otro, tanto como a sí mismo; y al tercero, bastante menos que
a sí mismo; tan bastante menos, que casi no lo amaba nada. Pues
bien, estando las cosas así un día el rey llamó
al hombre de nuestro cuento a su presencia, para que respondiese de
un grave cargo que contra él alguien había hecho. Nuestro
hombre, al verse en semejante aprieto, acudió en demanda de protección
al amigo al que amaba mucho más que a sí mismo, recordóle
el inmenso cariño que siempre le había profesado y refirióle
la difícil situación en que se hallaba; mas el amigo,
sin dejarle acabar, le interrumpió el discurso y le dijo:
—Ni sé quién
eres, ni qué pretendes, ni dispongo de tiempo para escucharte;
no me entretengas; tengo mucha prisa; debo acudir sin pérdida
de tiempo a una fiesta que hoy celebramos algunos camaradas; es una
fiesta que me interesa mucho, porque en ella pienso hacer nuevas amistades;
pero, puesto que has venido a mi casa en busca de protección,
para que no te vayas de vacío aguarda un momento; en algún
lado debo tener dos mantas viejas de estopa;
voy a buscarlas y, si las encuentro, te las doy para que te tapes con
ellas.
El hombre de nuestro cuento salió
de casa de su mayor amigo profundamente decepcionado; fuese desde ella
directamente a casa de su segundo amigo, solicitó su ayuda, y
el segundo amigo le dijo:
—No puedo permitirme el lujo
de emplear mi tiempo en resolver tus problemas, porque tengo otros muchos
asuntos que reclaman mi atención; mas, a pesar de que estoy tan
ocupado, te acompañaré hasta
la puerta del palacio del rey; de ese modo irás más tranquilo
que si vas solo; pero, en cuanto lleguemos a la puerta de palacio, allí
te dejaré y yo regresaré inmediatamente aquí para
seguir trabajando en mis cosas.
Triste y desesperanzado fue nuestro
hombre a entrevistarse con el tercero de sus amigos, al llegar junto
a él díjole humildemente y con la cabeza baja:
—No me atrevo a declararte
lo que me sucede, porque reconozco que te he querido menos de lo que
merecías. Me encuentro en una situación muy apurada; he
recurrido a mis amigos y ni siquiera se han dignado escucharme; por
eso, y como último recurso, he tenido la osadía de venir
a verte. Ruégote pues, que si puedes y quieres, me eches una
mano.
Contóle seguidamente lo que
le ocurría; su tercer amigo, tras de oírle, díjole
amablemente:
—Permíteme que una vez
más te recuerde lo mucho que te quiero. Verdad es que, como tú
mismo acabas de reconocer, nunca has estimado debidamente el inmenso
amor que te profeso; sin embargo, yo no puedo olvidar que en algunas
ocasiones, aunque hayan sido más bien pocas, también tú
has hecho algo por mí; por tanto, no te preocupes; yo iré
a ver al rey, le hablaré, haré cuanto pueda para que te
trate benignamente, y le suplicaré que proceda al sobreseimiento
de la causa que tus enemigos han logrado que se instruyera contra ti.
—El primero de estos tres amigos, ¡oh príncipe! —comentó Barlaán—, es símbolo de las riquezas, por cuya consecución el hombre se expone a infinidad de peligros; mas cuando llega la hora de la muerte todo cuanto esas riquezas proporcionan a quien tan afanosamente las buscó es un poco de tela para que con ella sus deudos le confeccionen la mortaja. El segundo de los amigos es símbolo de la esposa, de los hijos, y de los parientes, que acompañan al muerto hasta el sepulcro, allí lo dejan y regresan a sus casas para continuar entregados a sus ocupaciones y asuntos particulares. El tercer amigo es símbolo de la fe, de la esperanza y de la caridad, de la práctica de la limosna y de las buenas obras; todas estas virtudes y obras buenas, cuando fallece quien las ejecutó, se adelantan al alma del difunto, llegan al tribunal divino antes que ella y por ella interceden hasta conseguir que Dios la libre de caer en manos de los demonios, sus enemigos. (Alianza 95) |