01.- Pedro Alfonso,
el primer español autor de cuentos "europeo".
La disciplina
clericalis en Europa
Cuento I.- El medio amigo
04.-EL CABALLERO ZIFAR
(Ilustración del cuento en el manuscrito
de la Biblioteca Nacional de París)
[La prueba de los amigos]
E çertas los omes non
lo pueden conosçer bien fasta que los proevan, ca bien
así como por el fuego se proeva el oro,
así por la proeva se conosçe el amigo. Así
contesçió a un fijo de un ome bueno en tierras de Sarapia,
como agora oiredes.
E dize el cuento que este ome bueno era muy rico e avía un
fijo que quería muy bien e dávale de lo suyo que despendiese
quanto él quería. E castigóle que sobre todas
las cosas e costunbres, que apresiese e punase en ganar
amigos, ca esta era la mejor ganançia que podría
fazer; pero que atales amigos ganase que fuesen enteros
e a lo menos que fuesen medios. Ca tres
maneras son de amigos: los unos de enfinta,
e estos son los que non guardan a su amigo si non de mientra pueden
fazer su pro con él; los otros son medios,
e estos son los que se paran por el amigo a peligro, que non paresçe
más en dubda si era ome; e los otros son enteros,
los que veen al ojo la muerte o el grant peligro de su amigo e pónese
delante para tomar muerte por él,
que su amigo non muera nin resçiba daño. E el fijo le
dixo que lo faría así e que trabajaría de ganar
amigos quanto él más podiese, e con el algo que le dava
el padre conbidava e despendía e dava de lo suyo granadamente,
de guisa que non avía ninguno en la cibdat onde él era
más aconpañado que él. E a cabo de dies
años preguntóle el padre quantos amigos avía
ganados; e él le dixo que más
de çiento.
—Certas —dixo el padre—, bien despendiste lo que
te dí, si así es; ca en todos los días de la
mi vida non pude ganar más de medio amigo, e si tú çient
amigos as ganado, bien aventurado eres.
—Bien creed, padre señor, —dixo el fijo—,
que non ay ninguno de ellos que non se posiese por mí a todos
los peligros que me acaesçieren.
E el padre lo oyó, e calló e non le dixo más.
E después desto contesçió al fijo que ovo de
pelear e de aver sus palabras muy feas con un mançebo de la
çibdat de mayor logar que él. E aquel fue buscar al
fijo del ome bueno por le fazer mal. El padre quando lo sopo pesóle
de coraçón e mandó a su fijo que se fuese para
una casa fuerte que era fuera de la çibdat e que se estudiese
quedo allá fasta que apagasen esta pelea, e el fijo fízolo
así; e desí el padre sacó segurança de
la otra parte e apaçiguólo muy bien. E otro día
fizo matar un puerco e mesólo e cortóle la cabeça
e los pies e guardólos e metió el cuerpo en un saco
e atólo muy bien e púsole so el lecho, e enbió
por su fijo que se veniese en la tarde, e quando fue la tarde llegó
el fijo e acogiólo el padre muy bien e díxole de cómo
el otro le había asegurado, e çenaron. E desque el padre
vio la gente de la çibdat que era aquedada, dixo así:
—Fijo, comoquier que yo te dixe luego que veniste que te avía
asegurado el tu enemigo, dígote que non es así; ca en
la mañana, quando venía de misa, lo fallé aquí
en casa dentro tras la puerta, su espada en la mano, cuidando que
eras en la çibdat, para quando quisieses entrar en la casa
que te matase; e por la su ventura matélo yo, e cortéle
la cabeça e los pies e los braços e las piernas, e echélo
en aquél pozo, e el cuerpo metílo en un saco e téngolo
so el mi lecho, e non lo oso aquí soterrar por miedo que nos
lo sepan, porque me asemeja que sería bien que lo levases a
casa de algunt tu amigo, si lo has; e que lo soterrases en algúnt
logar encubierto.
—Çertas, padre señor —dixo el fijo—,
mucho me plaze, e agora veredes qué amigos he ganado.
E tomó el saco a cuestas e fuese para casa de un su amigo en
quien él más fiava. E quando fue a él, maravillóse
el otro porque tan grant noche venía, e preguntóle qué
era aquello que traía en aquel saco; e él gelo contó
todo; e rogóle que quisiese que lo soterrase en un trascorral
que y avía. E su amigo le respondió que, como feziera
él e su padre la locura, que se parasen a ella e que saliese
fuera de casa, que non quería verse en
peligro por ellos. Eso mesmo le respondieron todos los otros
amigos. E tornó para casa de su padre con su saco, e díxole
cómo ninguno de sus amigos non se quisieron aventurar por él
a este peligro.
—Fijo —dixo el ome bueno—, mucho me maravillé
quando te oí dezir que çient amigos avías ganados,
e seméjame que entre todos los çiento
non fallaste un medio. Mas vete para el mi medio amigo e dile
de mi parte esto que nos contesçió, e que le ruego que
nos lo encubra.
E el fijo se fue e levó el saco e ferió a la puerta
del medio amigo de su padre,e ellos fuérongelo dezir, e mandó
que entrase. E quando le vio venir e le falló con su saco a
cuestas, mandó a los otros que saliesen de la cámara
e fincaron solos. El ome bueno le preguntó qué era lo
que quería e qué traía en el saco, e él
le contó lo que le contesçiera a su padre y a él,
e rogóle de parte de su padre que gelo encobriese. E él
le respondió que aquello e más faría por su padre.
E tomó un açadón e fezieron amos a dos una
fuesa so el lecho e metieron el saco con el puerco e cobriéronle
muy bien de tierra. E fuese luego el moço para casa de su padre
e díxole de cómo el su medio amigo le resçebiera
muy bien e que luego que le contó el fecho e le respondiera
que aquello e más faría por él; e que feziera
una fuesa so el lecho e que lo soterraron y. Estonçes dixo
el padre a su fijo:
—¿Qué te semeja de aquel mi medio amigo?
—Çertas —dixo el fijo—, seméjame que
este medio amigo vale más que los mis
çiento.
—E fijo —dixo el ome bueno—, en
las oras de cuita se proevan los amigos. E por ende non deves
mucho fiar en todo ome que se demuestra por amigo fasta que lo proeves
en las cosas que te fueren mester. E pues tan bueno falleste el mi
medio amigo, quiero que ante del alva vayas para él e que le
digas que faga puestas de aquel que tiene soterrado
e que faga de ello cocho e de ello asado, e que cras seremos
sus huéspedes yo e tú.
—¿Cómo?, padre señor —dixo el fijo—,
¿combremos el ome?
—Çertas —dixo el padre—, mejor
es el enemigo muerto que bivo, e mejor es cocho e asado que crudo,
e la mejor vengança que el ome puede de él aver es esta:
comerlo todo, de guisa que non finque de él
rastro ninguno; ca do algo finca del enemigo, y finca la mala
voluntad.
E otro día en la mañana, el fijo del ome bueno fuese
para el medio amigo de su padre. E díxole de cómo le
enbiava rogar su padre que aquel cuerpo que estava en el saco que
le feziese puestas e que le guisasen todo, cocho e asado, ca su padre
e él vernían comer con él. E el ome bueno quando
lo oyó, començóse a reir
e entendió que su amigo quiso provar a su fijo, e díxole
que gelo gradesçía e que veniesen tenprano a comer,
que guisado lo fallarían muy bien, ca la
carne del ome era muy tierna e cozía mucho aína.
E el moço se fue para su padre e dixo la respuesta de su medio
amigo, e al padre plogo mucho porque tan bien le respondiera. E quando
entendieron que era ora de yantar, fuéronse padre e fijo para
casa de aquel ome bueno e fallaron las mesas puestas con mucho pan
e mucho vino. E los omes buenos començaron a comer
muy de rezio, como aquellos que sabían qué tenían
delante. E el moço reçelávalo de comer,
comoquier que le paresçía bien. E el padre, quando vio
que dudava de comer, díxole que comiera seguramente, que atal
era la carne del ome como la carne del puerco, e que tal sabor
avía. E él començó a comer e sópole
bien, e metióse a comer muy de rezio más que los otros,
e dixo así:
—Padre señor, vos e vuestro amigo bien me
avedes encarniçado en carnes de enemigo; e pues así
saben, non puede escapar el otro mio enemigo
que era con éste quando me dixo la sobervia, que le non mate
e que le non coma muy de grado, ca nunca comí carne que tan
bien me sopiese como ésta.
E ellos començaron a pensar sobre esta palabra entre sí,
e tovieron que si este moço durase en esta imaginaçión
que sería muy crúo e que lo non podrían ende
partir. Ca las cosas que ome imagina mientra moço es, mayormente
aquellas cosas en que toma sabor, tarde o nunca se puede de ellas
partir. E sobre esto, el padre, queriéndole sacar de imaginaçión,
començóle a dezir:
—Fijo, porque tú me dixiste que tú avías
ganado más de çiento amigos, quise provar si era así.
E maté ayer este puerco que agora comemos e cortéle
la cabeça e los pies e metí el cuerpo en aquel saco
que acá troxiste, e quise que provases tus amigos así
como los proveste, e non los falleste atales como cuidavas; pero que
falleste este medio amigo bueno e leal, así como devía
ser, porque deves parar mientes en quáles amigos deves fiar.
Cosa muy fea e muy crúa cosa sería
e contra natura querer el ome comer carne de ome, nin aun con fanbre.
—Padre señor —dixo el moço—, gradesco
mucho a Dios porque atán aína me sacaste de esta imaginación
en que estava: ca si por mis pecados el otro enemigo oviese muerto,
o de él oviese comido, e así me sopiese como esta carne
que comemos, non me fartaría ome que
non cobdiçiase comer. E por aquesto que me agora dixistes
aborresçeré más la carne de ome".
—Çertas —dixo el padre— mucho me plaze, e
quiero que sepas que el enemigo e los otros que con él se açertaron
te han perdonado; e yo perdoné a ellos por ti, e de aquí
adelante guárdate de pelear e
non arrufen así malos amigos. Ca quando
te viesen en la pelea, desanpararte-ían, así como viste
en estos que provaste".
(Comida final del cuento en el ms. de París)
(Castalia, 82)
(Imágenes: M.Moleiro, 96)