1.6.2.2.3.- Plutarco: Vidas paralelas.
Libro II. Vida de Alcibíades
Y cuando Timón
el Misántropo, encontrándose con Alcibíades
a tiempo que se retiraba de la junta pública muy aplaudido
y con un brillante acompañamiento, no pasó de largo,
ni se retiró, como solía hacerlo con todos los demás,
sino que acercándose y tomándole la mano:
-Bravo, muy bien haces –le dijo- ¡oh joven! En irte
acreditando, porque acrecientas un gran mal para todos éstos.
Unos se echaron a reír, otros lo miraron como una blasfemia,
y en algunos produjo aquel dicho una completa aversión:
¡tan difícil era formar opinión de semejante
hombre por las contrariedades de su carácter!