MASTER EN LITERATURA COMPARADA EUROPEA

El cuento europeo y España

01.- Pedro Alfonso, el primer español autor de cuentos "europeo".

La disciplina clericalis en Europa

Cuento XXIV.-El ladrón y rayo de luna

04.-EXEMPLARIO CONTRA LOS ENGAÑOS Y PELIGROS DEL MUNDO. Anónimo (S. XV)

(Traducción al castellano del DIRECTORIUM HUMANAE VITAE de Capua)

Cap. I.- Como esperimenté yo de mí mismo, ca después que bolví de la India y me ofrescí al servicio divino no solamente conoscí no haver menguado mis honores y dignidades primeras, mas ahun las vi más crescidas y mayores de quanto yo puedo retribuír. Y acordándome en los primeros studios de la arte medicinal haver leído y conoscido por plática que no está en mano del phísico curar doliente alguno tan perfetamente que le pueda ofreçer seguridad de no recaher en la mesma dolencia algún tiempo o en otra semejante, entonces conoscí que era más provechoso consejo, dexando lo imperfeto, trabajar en el exercicio de la medicina spiritual, a saber es en las operaciones de la egualdad y justicia, las quales sanan perfectamente qualquiere dolencia sin recelo de recaer más en ella.
Y assí, dándome por entero al exercicio y lectura de la ley evangélica y al trabajo de las obras de piadad y misericordia, di al traste con Avicena y con Galieno, en los quales nunca lehí palabra que me recreasse y convidasse a la fe y, por quanto en la inquisición de aquélla es lo más necessario apartar lo verdadero de lo falso y lo transitorio de lo que no tiene fin, acordé en simplicidad de coraçón y con pensamiento muy apurado allegarme a este tan sancto camino no dando lugar para creher lo que ignoro ni de consentir a lo que no entiendo o de poner por obra lo que nunca hubiesse experimentado, por que no me acahescisse lo que se reza de los ladrones que agora hoirés.
Entraron una noche dos ladrones en la posada de un cavallero muy rico, porque crehían d’ella sacar tanto que podrían hartar bien su codicia. E al estruendo d’ellos despertó el cavallero, el qual, conjecturando que tal ruido a tal hora no podía ser sino de ladrones, muy a passito desveló su mujer y con muy sumida voz le dixo:
-Señora, sentido he que en nuestra posada han entrado algunos por hurtar; querría yo que me preguntássedes de dónde y en qué forma he ganado yo tantos bienes como tenemos. Esto dirés con voz tan inteligible que, llegando ellos a la puerta de nuestra cámara, lo puedan bien hoír y entender, y ahunque yo me rienda dificultoso en quererlo dezir, porfiarés tanto conmigo y preguntádmelo tantas vezes hasta que por redemir vexación os lo diga.
Lo qual hizo la mujer muy discretamente, y porfiando assí con su marido como ge lo tenía mandado, le respondió él:
-Mujer, vos sois muy importuna y no puedo pensar qué razón vos mueve para querer saber lo que a vos cumple poco; asaz vos deve abastar que viváis spléndidamente yendo ricamente vestida, honrada e servida. Y dexés de ser tan porfiada, ca muchas vezes hoí dezir que tienen las paredes hoídos, e podría ser que diziéndolo yo nos hoyesse alguno para que después nos repintiéssemos d’ello.
No dexava por esso la mujer de bolver en su misma pregunta fasta que el cavallero, como fatigado, le dixo:
-Quantos bienes yo tengo, señora, los quales vedes ser muchos, todos son de hurto y rapina y en ellos no hay cosa que sea justamente ganada.
Espantóse la mujer en oír tal respuesta, y preguntóle tuviéndolo por mentira:
-¿Cómo me puede dezir vuestra merced cosa tan sin sabor?, la qual no se podría creher por ser vos estimado por tan bueno y tan justificado por quantos saben quién sois, ni hay persona en todo este reino que de vos sospechasse cosa tan fea. Dexad, por mi amor, de me burlar de tal suerte, y dezitme si gozes la verdad.
Respondió entonces el cavallero:
-No tengáis, señora, amaravilla tan grande lo que hoístes, ca la discreción y el saber con el reposo y secreto encubren en los hombres la naturaleza de sus condiciones y grandes defetos y desmienten en ellos muchos desseos malos y operaciones perversas. Yo dende moço fui de naturaleza inclinado a furtar, y sperava siempre si la luna estuviesse en su lleno y reconoscía muy bien en la casa donde deliberava entrar en la noche si havía alguna ventana por donde entrassen los rayos y resplandor de la luna, y en aquella trabajava de sobir y, conjurando aquellos rayos y rezando sobr’ellos siete vezes aquestas palabras: sulem, sulem, abraçándolos sin temor me dava de mano de la ventana y sin lisión alguna me fallava dentro en la casa y, después, poníame delante los dichos rayos por donde havía descendido y, rezando otras tantas vezes las susodichas palabras, súpitamente me eran revelados quantos tesoros y joyas havía en toda la casa. Y tomando lo mejor de quanto en ella havía y a las vezes todo, tornando a abraçar los dichos rayos y resplandor subía arriba con todo ellos sin ser sentido y sin peligro alguno.
Hoyendo los ladrones, que a la puerta escuchavan, tan singular maña y tan sperimentado remedio, creyendo ser assí porque el cavallero era estimado por muy cuerdo y muy verdadero, gozáronse mucho y tuviéronse por muy bienaventurados por haber sabido cosa tan d’estimar para su arte y codicia y que les ofrecía tanta seguridad. Y otorgando a su desordenado desseo no más tiempo de quanto el cavallero con su mujer les paresció quedavan durmiendo, luego el principal d’ellos subió a una ventana por donde entrava en la casa el resplandor de la luna. Rezando siete vezes las palabras que del cavallero havían oído y muy desembueltamente abraçando los rayos dio consigo en el patín de la casa, donde lo halló el cavallero con la pierna rompida y muy maltratado, y dándole dos mil palos le preguntava:
-Dime quién eres y quál diablo te truxo aquí a tal hora.
Y el triste, con vergüença de caso tan feo y con temor de la muerte, temblando y llorando respuso:
-Yo soy aquel necio desaprovechado que crehí tus palabras ante de haverlas discretamente esperimentado. Mis males ternían ahora remedio si me diesses la muerte.

Digna cosa es que padezca el que de muy vano oye y crehe lo dudoso y lo que nunca supo haver sido sperimentado. Por ende, recelando yo de tropeçar e que no descogiesse para la salud de mi consciencia y salvación de mi alma lo peor pensando con mi ignorancia ser lo mejor...


Exemplario contra los engaños y peligros del mundo.
Ed. Marta Haro Cortés.
Univ. de Valencia, 2007