MASTER EN LITERATURA COMPARADA EUROPEA

El cuento europeo y España

01.- Pedro Alfonso, el primer español autor de cuentos "europeo".

La disciplina clericalis en Europa

 

Cuento XIII.- La perrilla que lloraba

03.- LIBRO DEL YSOPET.- FÁBULAS COLLECTAS DE ALFONSO E DE POGIO E DE OTROS. (Traducción de La Disciplina)

Recuéntase que vn noble ombre tenía vna mujer muy casta e fermosa; él, queriendo yr a Roma a visitar las santas reliquias, non quiso dcputar otra guarda a su muger, saluo assí mesma, confiando en sus buenas e aprouadas costumbres; esta muger, después que su marido partió, viuía casta e honestamente en todas las cosas. La qual, veniendo do cierta negociación para su casa, fue vista por vn ombre mancebo, e en tanto grado començó de caher en sus amores aquél, que el día que la non veya, paressciase que non estaua en sí; ella, seyendo requirida por él por muchos medianeros con muchas joyas que le embiaua, jamás quiso consentir a sus ruegos, por lo cual el mancebo, viéndose del todo menospreciado della, tan grand ansia e dolor le tomó, que cayó en grand enfermedad: empero assí enfermo e como podía, muchas vezes yua e andaua cerca de la casa de su amada, mostrándose muy triste e doloroso, en tanto grado, que a las vezes lloraua de sus ojos; el qual andando assí encontró vna vieja, honesta de cara, con hábito de religiosa, de la qual fue preguntado de la causa de su tristeza, e lloró él non queriendo descubrir el secreto a la vieja; ella le dize:
—El enfermo que no quiere mostrar su enfermedad al físico, más adolescerá.
Oyendo esto e considerando que era persona, graue, él le descubre la causa de su mal, por extenso, demandando della consejo e ayuda. La vieja lo consuela diziendo:
—Confórtate, ca si non me engaño, en breue avrás las cosas por ti deseadas.
Ella partió del, dejándolo con esperança. E assi tornada a su casa, encerró vna perrilla dentro en vna cámara e la fizo estar tres días sin comer, e después le dio a comer de vn pan amasado con mostaça, e como la perrilla comió con la fambre de aquel pan, començáronle a correr las lágrimas de los ojos con la agudeza e amargor de la mostaça; la vieja leuó a esta perrilla assí llorando a la casa de la mujer casta, la qual rescibió a esta religiosa con cara alegre e honrradamente, teniéndose por muy contenta en ser visitada della porque era reputada e avida por persona de buena e religiosa vida. Ellas fablando entre sí, vio aquella casta muger cómo lloraua aquella perrilla, e pregunta de la causa de su lloro. La vieja, aguzando sus engaños, le dize:
—O amiga muy amada, non quieras renouar mis dolores, faziéndome contar la causa de las lágrimas desta perrilla, porque en ello hauría mi coraçón tanto dolor que podría ser que ante que acabasse de contar finiesse mi vida.
E como la muger casta la rogasse más afincadamente, comiença la vieja maluada a recontar con vn gesto llorable e triste desta manera:
—Esta perrilla que aquí está llorando fue mi fija propia, la qual en otro tiempo era muger muy fermosa e casta, e fue amada, e procurada, de vn hombre jouen allende de lo que se puede dezir; el mancebo, viéndose della desamparado, porque ella presumía mucho de su continencia, cayó en enfermedad incurable por el dolor e aflición que rescibía de sus amores, por lo qual los dioses, aviendo misericordia deste hombre, por la culpa que mi fija uvo en non consentir en sus ruegos, la tornaron en perrilla segund que agora veys. Ca tan aceptablemente rogó y suplicó el mancebo llorando ante los dioses, que cumplieron todo aquello que él rogó e suplicó.
E desta forma recontó la vieja la causa, mostrando en ello grand pesar y tristeza, de manera que apenas podía acabar las palabras.
Responde sobre esto la honesta muger:
—O muy amada, miedo me has causado en mi coraçón, e turbación, sobre lo qual non puedo saber qué me diga, por quanto yo mesma he incurrido en otro semejable crimen e delito, ca vn ombre mancebo con tanta afeción e amor me requiere e tantas vezes que paresce que por mi amor se quiere morir; más por amor do la castidad e por el amorío que he a mi marido, yo he menospreciado del todos sus ruegos.
Dizele la vieja:
—Amiga amada, yo te consejo que lo más presto que puedas oyas sus ruegos, porque te puedas saluar que non seas tornada en otra fechura assí como mi hija fue tornada en perrilla.
E dízele la muger:
—Yo me guardaré, porque non sea contraria a los dioses, ca si él me quiere, non le denegaré el officio del amor, e caso que non me pida, yo mesma le offresceré si lo podré fallar.
E con tanto la vieja se regració a la muger honesta, e tornándose para su casa, leuó al mancebo nueuas a su apetito concordes; e assi ayuntó al amante con la amada, e adquirió e ganó la gracia de entreambos.

Fábulas de Esopo. Facsímil de la 1ª edición de 1489. R.A.E. 1929


Dijo el discípulo al maestro:
—Nunca oí cosa tan admirable como ésta, y pienso que se debe a artes del demonio.
El maestro:
—¡No lo dudes!.
El discípulo:
—Espero que si existe algúm hombre tan sabio que siempre esté alerta ante el temor de poder ser engañado por las mujeres, tal vez éste sea el único que pueda guardarse de las astucias de ellas.
El maestro:
—Me consta de cierto hombre que puso todo cuidado en guardar a su mujer, pero que no adelantó nada.
El discípulo:
—Maestro, dime qué hizo, para saber yo guardar mejor la mía, si es que alguna vez la tomo.
El maestro: