MASTER EN LITERATURA COMPARADA EUROPEA

El cuento europeo y España

01.- Pedro Alfonso, el primer español autor de cuentos "europeo".

La disciplina clericalis en Europa

 

Cuento XIII.- La perrilla que lloraba

01.- LIBRO DE LOS ENXEMPLOS

CCXXXlV. Mulieris dolositas etiam excaecat saepe castas.

Del enganno de mujer te debes bien guardar;
Que aún a las castas induce a pecar.

Dicen que un noble de linaje tenía una mujer muy casta e muy fermosa, e acaesció que hobo de ir en romería a Roma, e non quiso dejar otra guarda de su mujer salvo ella misma, confiado de sus buenas costumbres e castidat. E ella veviendo castamente e habiéndose sabiamente en todas las cosas acaeció que por un negocio hobo de salir de casa, que le era menester, el cual acabado, luego se tornó; e un mancebo viéndola enamoróse della, e envióle muchos mensajeros, los cuales ella non recibió, nin oyó, nin curó dél. El mancebo, viéndose así menospreciado, tan grande era el amor que él tenía, que hobo de enfermar. E iba muchas veces allí donde viera aquella duenna por ver si podría con ella fablar, e nunca pudo: e él así triste e llorando, topó con una vieja que traie hábito de religiosa, e preguntóle por qué iba triste, e él non le quiso descobrir su tristeza. E díjole la vieja :
—Cuanto más tarde el enfermo descubre la enfermedat al físico, tanto más padece mayor enfermedat.»
E oyendo esto el mancebo, revelóle todo el secreto, e dijole la vieja:
—De todo eso yo te porné buen remedio.
E la vieja tornóse para su casa; e tenía una perrilla pequenna, e por dos días non le dio de comer, e después al tercer día dióle pan amasado con xenabe, e por el amargura e quemazón del axenabe comenzó la perrilla a lanzar lágrimas por los ojos, que parescía llorar. Estonce la vieja fuese a casa de la buena duenna, e rescebióla honradamente por el hábito de religión que traíe; e la perrilla iba con ella; e cuando la duenna la vio llorar, preguntó qué habíe e por qué lloraba; la vieja respondió:
—¡ Oh amiga mucho amada! non me preguntes qué cosa es; ca he tan grand dolor, que non lo puedo decir.
E la duenna preguntóle más, rogándole que gelo dijiese. E la vieja dijo:
—Esta perrilla que aquí ves era mi fija casta e fermosa, e un mancebo enamoróse della; e tanto era buena e casta, que non curó de su amor, ante lo menospreció. El mancebo por este pesar hobo de haber grand enfermedat, e por esta culpa esta mi fija fue mudada en perrilla.
E deciendo estas palabras comenzó a llorar la vieja. La duenna dijo:
—¿Qué será, mi amiga, que en semejable pecado caí yo? que un mancebo se enamoró de mí, e por guardar castidat yo menospreciélo, e él hobo enfermedat como tú dices.
E díjole la vieja:
—¡Oh mi amiga amada! yo te do por consejo que lo más aína que podieres hayas piedat de ese mancebo, e fagas todo lo que él quesiere; non te acaezca lo que a esta mi fija, que seas mudada en perra.
La buena duenna dijo:
—Ruégote que me des algún buen consejo porque non sea privada de la mi forma de mujer e tornada en perra.
E dijo la vieja :
—De buena voluntad por amor de Dios, e por remedio de mi ánima: e porque he piedat de ti, yo buscaré este mancebo, e si lo podiere fallar, yo te lo traeré.
E ella díóle muchas gracias. E la vieja fizo lo que prometió, e trájole al mancebo, e ayuntólos en uno.

(B.A.E. Tomo LI)