01.- Pedro Alfonso,
el primer español autor de cuentos "europeo".
La disciplina
clericalis en Europa
05.- CERVANTES: El viejo celoso [extractos]
Salen DOÑA LORENZA
y CRISTINA, su criada, y HORTIGOSA, su vecina.
DOÑA LORENZA.- Milagro ha
sido éste, señora Hortigosa, el no haber dado la vuelta
a la llave mi duelo, mi yugo y mi desesperación. Éste
es el primero día, después que me casé con él,
que hablo con persona de fuera de casa; que fuera le vea yo desta
vida a él y a quien con él me casó.
HORTIGOSA.- Ande, mi señora doña Lorenza, no se queje
tanto; que con una caldera vieja se compra otra nueva.
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DOÑA LORENZA.- Que no quiero riquezas, señora Hortigosa;
que me sobran las joyas, y me ponen en
confusión las diferencias de colores de mis muchos
vestidos; hasta eso no tengo que desear, que Dios le dé
salud a Cañizares: más vestida me tiene que un palmito,
y con más joyas que la vedriera de un platero rico. No
me clavara él las ventanas, cerrara las puertas, visitara
a todas horas la casa, desterrara della los gatos y los perros, solamente
porque tienen nombre de varón; que, a trueco de que no hiciera
esto, y otras cosas no vistas en materia de recato, yo le perdonara
sus dádivas y mercedes.
HORTIGOSA.- ¿Que tan celoso es?
DOÑA LORENZA.- Digo que le vendían el otro día
una tapicería a bonísimo
precio, y por ser de figuras no la quiso,
y compró otra de verduras por mayor precio, aunque no era tan
buena. Siete puertas hay antes que se llegue a mi aposento, fuera
de la puerta de la calle, y todas se cierran con llave; y las
llaves no me ha sido posible averiguar dónde las esconde de
noche.
CRISTINA.- Tía, la llave de loba creo que se la pone entre
las faldas de la camisa.
DOÑA LORENZA.- No lo creas, sobrina; que yo duermo con él,
y jamás le he visto ni sentido que tenga llave alguna.
CRISTINA.- Y más, que toda la noche anda como trasgo por toda
la casa; y si acaso dan alguna música en la calle, les tira
de pedradas porque se vayan: es un malo, es un brujo; es
un viejo, que no tengo más que decir.[...]
..........................
(Entran CAÑIZARES, viejo, y un COMPADRE suyo.)
CAÑIZARES.- Señor compadre,
señor compadre: el setentón que
se casa con quince, o carece de entendimiento, o tiene gana
de visitar el otro mundo lo más presto que le sea posible.
Apenas me casé con doña Lorencica, pensando tener en
ella compañía y regalo, y persona que se hallase en
mi cabecera, y me cerrase los ojos al tiempo de mi muerte, cuando
me embistieron una turbamulta de trabajos y
desasosiegos; tenía casa, y busqué casar; estaba
posado, y desposéme.
COMPADRE.- Compadre, error fue, pero no muy grande; porque, según
el dicho del Apóstol, mejor es casarse que abrasarse.
CAÑIZARES.- ¡Que no había que abrasar en mí,
señor compadre, que con la menor llamarada quedara hecho ceniza!
Compañía quise, compañía
busqué, compañía hallé, pero Dios
lo remedie, por quién Él es.
COMPADRE.- ¿Tiene celos, señor
compadre?
CAÑIZARES.- Del sol que mira a Lorencita, del aire que le toca,
de las faldas que la vapulan.
COMPADRE.- ¿Dale ocasión?
CAÑIZARES.- Ni por pienso, ni tiene por qué, ni cómo,
ni cuándo, ni adónde: las ventanas, amén de estar
con llave, las guarnecen rejas y celosías; las puertas jamás
se abren; vecina no atraviesa mis umbrales,
ni los atravesará mientras Dios me diere vida. Mirad, compadre:
no les vienen los malos aires a las mujeres de ir a lo[s] jubileos
ni a las procesiones, ni a todos los actos de regocijos públicos;
donde ellas se mancan, donde ellas se estropean y adonde ellas se
dañan, es en casa de las vecinas y de las amigas; más
maldades encubre una mala amiga, que la capa de la noche; más
conciertos se hacen en su casa y más se concluyen, que en una
semblea.[...]
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(Entra HORTIGOSA, y trai un guadamecí y en las pieles
de las cuatro esquinas han de venir pintados Rodamonte, Mandricardo,
Rugero y Gradaso; y Rodamonte venga pintado como arrebozado.)
HORTIGOSA.- Señor mío
de mi alma, movida y incitada de la buena fama de vuesa merced, de
su gran caridad y de sus muchas limosnas, me he atrevido de venir
a suplicar a vuesa merced me haga tanta merced, caridad y limosna
y buena obra de comprarme este guadamecí, porque tengo un hijo
preso por unas heridas que dio a un tundidor, y ha mandado la justicia
que declare el cirujano, y no tengo con qué pagalle, y corre
peligro no le echen otros embargos, que podrían ser muchos,
a causa que es muy travieso mi hijo; y querría echarle hoy
o mañana, si fuese posible, de la cárcel. La obra es
buena, el guadamecí nuevo, y, con todo eso, le daré
por lo que vuesa merced quisiere darme por él, que en más
está la monta, y como esas cosas he perdido yo en esta vida.
Tenga vuesa merced desa punta, señora
mía, y descojámosle, porque no vea el señor Cañizares
que hay engaño en mis palabras; alce más, señora
mía, y mire cómo es bueno de caída, y
las pinturas de los cuadros parece que están vivas.
(Al
alzar y mostrar el guadamecí, entra por detrás dél
un GALÁN; y, como CAÑIZARES vee los retratos,
dice:)
CAÑIZARES.- ¡Oh, qué
lindo Rodamonte! ¿Y qué quiere el
señor rebozadito en mi casa? Aun si supiese que tan
amigo soy yo destas cosas y destos rebocitos, espantarse ía.
CRISTINA.- Señor tío, yo no sé
nada de rebozados; y si él ha entrado en casa, la señora
Hortigosa tiene la culpa; que a mí, el diablo me lleve
si dije ni hice nada para que él entrase; no, en mi conciencia,
aun el diablo sería si mi señor tío me echase
a mí la culpa de su entrada.
CAÑIZARES.- Ya yo lo veo, sobrina, que la señora Hortigosa
tiene la culpa; pero no hay de qué maravillarme, porque ella
no sabe mi condición, ni cuán enemigo soy de aquestas
pinturas.
DOÑA LORENZA.- Por las pinturas lo dice,
Cristinica, y no por otra cosa.
CRISTINA.- Pues por esas digo yo. ¡Ay, Dios sea conmigo! Vuelto
se me ha el ánima al cuerpo, que ya andaba por los aires.