MASTER EN LITERATURA COMPARADA EUROPEA
El cuento europeo y España
01.- Pedro Alfonso, el primer español autor de cuentos "europeo". La disciplina clericalis en Europa
02.- SCALA ÇELI de Diego de Cañizares Praga: Abadía de Emaús (S. XIV)
QUARTU SAPIENS REFERT
—Señor, es una çibdat vuestra en este Imperio, en la qual hay tal constitución que, a todos quantos después do anochecido hallan en algund logar por las calles, otro día los enforcan. Y en aquella cibdat había un cauallero que demasiado amaba a su muger, y de grandes çelos que le avia, de fuera de la çiudad, en una fuerte torre, sola, la guardaua; mas ella leuantábase las más noches despues que el marido dormía y salía fuera de la torre e iba a dormir con otro, porque entendía ella más sin peligro podía a tal hora sallir de la torre e ir donde él estaua, que el enamorado aver de venir do ella. Y avino así, que una noche el marido la sintió leuantar y leuantóse en pos della; y ella, en saliendo por la puerta, él cerró tras ella sus puertas, y subió presto y paróse a una ventana por ver dónde iba; y como hazía oscuro, no pudo saber ni ver dónde. Y a poco rato ella tornó como acostumbraba otras noches y halló su puerta çerrada, y alçó la cabeça y vido a su marido a la ventana, y con su poca vergüença le rogaua que le abriese, porque no passase la Justicia y otro día la matasen. El marido no quiso abrille, y ella dijo: —Pues que así es,
mejor será que yo mesma me mate; y cuando aquí me hallen
muerta, sospecharán que tú me abrás matado.
Y mirando que abrirle no quería,
tomó un grand canto, y en un pozo que ay çerca estaua
echólo recio, y fingió que ella era misma que se auíe
lanzado en aquel pozo. Y en echando el canto, ascondidamente se boluió
y pasóse detrás de la torre. Y el marido, quando esto
oyó, que con la escuridad pensó que así como
había dicho ella era, de miedo que su
muerte no le fuese impuesta, deçendió presto
con una soga por sacalla del pozo antes que se ahogase; y él,
en saliendo de la torre, ella, que estaba detrás de la puerta,
entróse luego y cerró su puerta,
y subióse a la ventana donde el marido antes estaba
e díxole:
— Agora, don traidor ribaldo,
no puedes decir que no te he tomado en adulterio. ¿Adonde ivas
a tal hora?
Y el marido, rogándole mucho que le abriese y que él la perdonaba, ella le dixo que se fuese donde las otras noches iva; y estando en esto, pasó la Justicia rondando y halláronlo en la calle como ascendido y lleváronlo preso, y luego otro día lo enforcaron.
Así que, Señor, a
propósito hablando, tu muger fingió que te tenía
grande amor cuando aquesta traición contra el Infante puso,
porque sus maldades no se descubriesen; mas sey cierto que si la crees,
y por su consejo te riges y matas a tu hijo, que después se
trabajará en quanto pudiere de traerte a la muerte o de echarte
de tu Imperio.
El Emperador luego a la cámara de la Emperatrix se entró. Al qual la Emperatrix, muy turbada y llena de postema, le dixo así: —¡Ay de mí,
mesquina! ¡Cómo soy vendida y perdida, y cómo
veo quo estos Sabios con sus acuçias y maldades me quieren
matar! Y tú, Emperador, que les ayudas a todo su mal propósito.
Mas agora, Señor, acaecerá a vos lo que acaeció
a un Rey de mi tierra, en esta guisa:
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