MASTER EN LITERATURA COMPARADA EUROPEA

El cuento europeo y España

01.- Pedro Alfonso, el primer español autor de cuentos "europeo".

La disciplina clericalis en Europa

 

Cuento XIII.- La perrilla que lloraba

02.- SENDEBAR

Inicio del Sendebar

Cuento 10: Enxenplo del omne e de la muger e de la vieja e de la perrilla

Señor, oí dezir que un omne e su muger fizieron pleito e omenaje que se toviesen fieldat. E el marido puso plazo a que viniese, e non vino a él. E estonçes salió a la carrera, e estando así, vino un omne de su carrera, e viola e pagóse d'ella, e demandóle su amor. E ella dixo que en ninguna guisa que lo non faría. Estonçes fue a una vieja que morava çerca d'ella, e contógelo todo cómmo le conteçiera con aquella muger, e rogóle que gela fiziese aver, e que le daría quanto quisiese. E la vieja dixo que le plazié, e que gela faría aver.
E la vieja fuese a su casa, e tomó miel e masa e pimienta, e amasóla toda en uno, e fizo d'ella panes. Estonçes fuese para su casa de aquella muger, e llamó una perrilla que tenié e echóle de aquel pan, en guisa que non lo viese la muger. E después que la perrilla lo comió, enpeçó de ir tras la vieja, falagándosele que le diese más e llorándole los ojos con la pimienta que avié en el pan. E quando la muger la vio así, maravillóse, e dixo a la vieja:
—Amiga, ¿viestes llorar así a otras perras, así commo a ésta?
Dixo la vieja:
—Faze derecho, que esta perra fue muger, e muy fermosa, e morava aquí cabo mí, e enamoróse un omne d'ella, e ella non se pagó d'él, e estonçes maldíxola aquel omne que la amava, e tornóse luego perra. E agora, quando me vio, menbrósele d'ella, e començóse de llorar.
E estonces dixo la muger:
—¡Ay, mezquina! ¿Qué faré yo, que el otro día me vio un omne en la carrera e demandóme mi amor e yo non quis'? E agora he miedo que me tornaré perra, si me maldixo. E agora ve, e ruegal' por mí, que le daré quanto él quesiere.
Estonçes dixo la vieja:
—Yo te lo traeré.
E estonçes se levantó la vieja, e fue por el omne. E levantóse la muger e afeitóse; e estonçes se asomó a casa de la vieja, a [ver] si avía fallado aquel omne que fuera a buscar. E la vieja dixo:
—Non lo puedo fallar.
E estonçes dixo la muger:
—Pues, ¿qué faré yo?
Estonçes fue la vieja, e falló al omne, e dixo:
—Anda acá, que ya fará la muger todo, todo quanto yo quisiere.
E era el omne su marido e non lo conoscía la vieja, que venía estonçes de su camino. E la vieja dixo:
—¿Qué darás [a quien] buena posada te diere e muger moça e fermosa, e buen comer e buen bever, si quieres tú?
E él dixo:
—¡Par Dios, sí querría!
Fuese ella delante, e él en pos d'ella, e vio que lo levava a su casa, e sospechó que lo levava a su casa e para su muger mesma, e sospechó que lo fazía así toda vía, quando él saliera de su casa. E la vieja mala entró en su casa e dixo:
—Entrad.
Después qu'el omne entró, dixo:
—Asentadvos aquí.
E católa al rostro. E quando vio que su marido era, non sopo al qué fazer, sinon dar salto en sus cabellos. E dixo:
—:¡Ay don putero malo!, ¿esto es lo que yo e vos pusiemos, e el pleito e omenaje que fiziemos? Agora veo que guardades las malas mugeres, e las malas alcauetas.
E él dixo:
—¡Guay de ti!, ¿qué oviste comigo?
E dixo su muger:
—Dixiéronme agora que viniés', e afeitéme, e dixe a esta vieja que saliese a ti, por tal que te provase si usavas las malas mugeres, e veo que aína seguiste la alcauetería. ¡Mas jamás nunca nos ayuntaremos, nin llegarás más a mí!
E dixo él:
—¡Así me dé Dios su graçia e aya la tuya, commo non cuidé que me traía a otra casa sinon la tuya e mía, si non [non] fuera con ella, e aun pesóme mucho quando me metió en tu casa, que cuidé que esto mesmo farás con los otros!
E quando ovo dicho, rascós’ en su rostro, e ronpiólo todo con sus manos, e dixo:
—¡Bien sé que esto cuidariés tú de mí!
E ensañóse contra él. E quando vio que era sañosa, començóla de falagar, e de rogar que 1' perdonase, e ella non lo quiso perdonar fasta que 1' diese gran algo. E él mandóle en arras un aldea que avía.

E señor, non te di este enxenplo, sinon a qu'el engaño de las mugeres que non an cabo nin fin.
E mandó el Rey que non matasen su fijo.

(Ed. Lacarra. Cátedra, 89)