En la Introducción
a su Selva sin amor, Lope de Vega expresa su tristeza
por la primacía de los efectos escenográficos
sobre su pobre texto, "alma" de un hermoso "cuerpo":
La primera vista que ofrecía
el teatro, en habiendo corrido la tienda que le cubría,
fue un mar en perspectiva que
descubría a los ojos (tanto puede el arte) muchas
leguas de agua hasta la ribera opuesta, en cuyo puerto se
veían la ciudad y el faro con algunas naves, que,
haciendo salva, disparaban, a quien también desde
el castillo respondían. Veíanse asimismo algunos
peces que fluctuaban según el movimiento de las ondas
[...] Aquí Venus en un carro, que tiraban dos cisnes,
habló con el Amor, su hijo, que por lo alto de una
máquina volaba [...]
El bajar los dioses y las demás transformaciones
requería más discurso que la
égloga, que aunque era el alma, la hermosura de aquel
cuerpo hacía que los oídos se rindiesen a
los ojos [...]
Lo menos que en ella hubo fueron mis
versos [...]
El duque
de Lerma montó teatros efímeros en su villa
de Lerma, junto al río Arlanza, para Felipe III y
su corte. Se representaron La selva sin amor de
Lope de Vega (1614) y El caballero del sol de Vélez
de Guevara (1617). Abajo tienes un artículo que los
describe.
https://entresiglos.uv.es/wp-content/uploads/buenretiro.pdf
Aquí
tienes un PDF que he marcado y puede darte una idea de cómo
eran las representaciones palaciegas, donde actuaban meninas,
infantas y hasta la reina. Los escenarios efímeros
fueron diseñados por arquitecto e ingeniero Julio
César Fontana, venido especialmente de Nápoles
Poetas
para la Corte: una fiesta teatral en el Real Sitio de Aranjuez
(1622) (teatro aulico)
En la imagen
puedes ver cómo sería el montaje de La
gloria de Niquea del Conde de Villamediana, que se
menciona en el artículo anterior, aunque se trata
de un supuesto montaje del XVIII. Era un teatro de madera,
efímero, que tardó 3 meses en montarse y se
desmontó inmediatamente después: