En Los cigarrales de Toledo,
tras insertar su comedia El vergonzoso en palacio, defiende
su obra de críticas y desastrosas representaciones y, a un
tiempo, hace un encendido elogio de Lope de Vega:
Cigarral 1
Con la apacible suspensión
de la referida comedia, la propiedad de los recitantes, las galas
de las personas y la diversidad de sucesos, se les hizo el tiempo
tan corto, que con haberse gastado cerca de tres horas, no hallaron
otra falta, sino la brevedad de su discurso. Esto en los oyentes
desapasionados, y que asistían allí mas para recrear
el alma con el poético entretenimiento, que para censurarle;
que los zánganos de la miel que ellos no saben labrar y hurtan
a las artificiosas abejas, no pudieron dejar de hacer de las suyas,
y con murmuradores susurros picar en los deleitosos
panales del ingenio. Quien dijo que era demasiadamente larga,
y quien impropia. Pedante hubo historial
que afirmó merecer castigo el poeta, que contra
la verdad de los anales portugueses, había hecho pastor
al duque de Coimbra don Pedro, siendo así que murió
en una batalla que el rey don Alonso su sobrino le dio, sin que
le quedase hijo sucesor, en ofensa de la casa de Avero y su gran
duque, cuyas hijas pintó tan desenvueltas, que contra las
leyes de su honestidad, hicieron teatro de su poco recato la inmunidad
de su jardín. ¡Como si la licencia
de Apolo se estrechase a la recolección histórica,
y no pudiese fabricar sobre cimientos de personas verdaderas,
arquitecturas del ingenio fingidas!
No faltaron protectores del ausente poeta, que volviendo por su
honra, concluyeron los argumentos zoilos, si pueden entendimientos
contumaces, Narcisos de sus mismos pareceres, y discretos mas por
las censuras que dan en los trabajos agenos, que por lo que se desvelan
en los propios, convencerse. «Entre los muchos desaciertos
(dijo un presumido, natural de Toledo; que le negara la filiación
de buena gana, si no fuera porque entre tantos hijos sabios y bien
intencionados que ilustran su benigno clima, no era mucho saliese
un aborto malicioso), el que me acaba la paciencia es ver cuan licenciosamente
salió el poeta de los límites
y leyes con que los primeros inventores de la comedia dieron
ingenioso principio a este poema; pues siendo así que este
ha de ser una acción cuyo principio, medio y fin acaezca
a lo más largo en veinte y cuatro horas
sin movernos de un lugar, nos ha encajado mes
y medio por lo menos de sucesos amorosos; pues aun en este
término parece imposible pudiese disponerse una dama ilustre
y discreta a querer tan ciegamente a un pastor, hacerle su secretario,
declararle por enigmas su voluntad, y últimamente arriesgar
su fama a la arrojada determinación de un
hombre tan humilde, que en la opinión de entrambos,
el mayor blasón de su linaje eran unas abarcas, su solar
una cabaña, y sus vasallos un pobre hato de cabras y bueyes.
Dejo de impugnar la ignorancia de doña Serafina, pintada
en lo demás tan avisada, que enamorándose de su mismo
retrato, sin más certidumbre de su original que lo que don
Antonio la dijo, se dispusiese a una bajeza indigna aun de la mas
plebeya hermosura, como fue admitir a escuras a quien pudiera con
la luz de una vela dejar castigado y corrido. Fuera de que no sé
yo por qué ha de tener nombre de comedia
la que introduce sus personas entre duques y condes, siendo
así que las que más graves se permiten en semejantes
acciones, no pasan de ciudadanos, patricios y damas de mediana condición.»
Iba a proseguir el malicioso arguyente, cuando atajándole
don Alejo, le respondió: «Poca
razón habéis tenido, pues fuera de la obligación
en que pone la cortesía a no decir mal el convidado de los
platos que le ponen delante, por mal sazonados que estén,
en menosprecio del que convida, la comedia presente ha
guardado las leyes de lo que ahora se usa; y a mi parecer,
conformándome de los que sin pasión sienten, el lugar
que merecen las que ahora se representan en nuestra España,
comparadas con las antiguas, les hace conocidas ventajas,
aunque vayan contra el instituto primero de sus inventores. Porque
si aquellos establecieron que una comedia no representase sino la
acción que moralmente puede suceder en veinte y cuatro horas,
¡cuánto mayor inconveniente será que en tan
breve tiempo un galán discreto se enamore de una dama cuerda,
la solicite, regale y festeje, y que sin pasarse siquiera un día,
la obligue y disponga de suerte sus amores, que comenzando
a pretenderla por la mañana, se case con ella a la noche!
¿Qué lugar tiene para fundar celos, encarecer desesperaciones,
consolarse con esperanzas, y pintar los demás afectos y accidentes,
sin los cuales el amor no es de ninguna estima? ¿Ni cómo
se podrá preciar un amante de firme
y leal, si no pasan algunos días, meses y aun años,
en que se haga prueba de su constancia? Estos inconvenientes,
mayores son en el juicio de cualquier mediano entendimiento, que
el que se sigue de que los oyentes, sin levantarse de un lugar,
vean y oigan cosas sucedidas en muchos días; pues así
como el que lee una historia
en breves planas, sin pasar muchas horas se informa de casos
sucedidos en largos tiempos y distintos lugares, la
comedia que es una imagen y representación de su argumento,
es fuerza que cuando le toma de los sucesos de dos amantes, retrate
al vivo lo que les pudo acaecer; y no siendo
esto verisímil en un día,
tiene obligación de fingir pasan los necesarios para que
la tal acción sea perfecta; que no en vano se llamó
la poesía pintura viva, pues
imitando a la muerta, ésta en el breve espacio de vara y
media de lienzo pinta lejos y distancias, que persuaden a la vista
a lo que significan; y no es justo que se niegue la licencia que
conceden al pincel, a la pluma, siendo esta tanto más significativa
que esotro, cuanto se deja mejor entender el que habla articulando
sílabas en nuestro idioma, que el que siendo mudo, explica
por señas sus conceptos. Y si me argüís que a
los primeros inventores debemos los que profesamos sus facultades
guardar sus preceptos, pena de ser tenidos por ambiciosos y poco
agradecidos a la luz que nos dieron para proseguir sus habilidades,
os respondo que aunque a los tales se les debe la veneración
de haber salido con la dificultad que tienen todas las cosas en
sus principios, con todo eso es cierto que añadiendo perfecciones
a su invención (cosa puesto que fácil, necesaria)
es fuerza que quedándose la sustancia en pie, se muden los
accidentes, mejorándolos con la experiencia. ¡Bueno
sería que porque el primero músico sacó de
la consonancia de los martillos en la yunque la diferencia de los
agudos y graves y la armonía música, hubiesen los
que agora la profesan de andar cargados de los instrumentos de Vulcano,
y mereciesen castigo en vez de alabanza los que a la harpa fueron
añadiendo cuerdas, y vituperando lo superfluo e inútil
de la antigüedad, la dejaron en la perfección que agora
vemos! Esta diferencia hay de la naturaleza
al arte, que lo que aquella desde su creación constituyó,
no se puede variar, y así siempre el peral producirá
peras, y la encina su grosero fruto; y con todo eso la diversidad
del terruño y la diferente influencia del ciclo y clima a
que están sujetos, los saca muchas veces de su misma especie,
y casi constituye en otras diversas....
fuera de que ya que no en todo pueda variar, estas cosas el hortelano,
a lo menos en parte, mediando la industria del ingerir, de dos diversas
especies compone una tercera.
Pues si en lo artificial, cuyo ser consiste solo en la mudable imposición
de los hombres, puede el uso mudar………..hasta la
sustancia, y en lo natural se producen por medio de los injertos
cada día diferentes frutos, ¿qué
mucho que la comedia, a imitación de entrambas cosas, varíe
las leyes de sus antepasados, y ingiera industriosamente lo trágico
con lo cómico, sacando una mezcla apacible de estos dos encontrados
poemas, y que participando de entrambos, introduzca ya personajes
graves como la una, y ya jocosas y ridículas como la otra?
Además, que si el ser tan excelentes en Grecia Esquilo y
Enio [Menandro], como entre los latinos Séneca y Terencio,
bastó para establecer las leyes tan defendidas de sus profesores,
la excelencia de nuestra española vega,
honra de Manzanares, Tulio de Castilla y fénix
de nuestra nación, los hace tan conocidas ventajas
en entrambas materias, así en la cuantidad como en la cualidad
de sus nunca bien conocidos aunque bien envidiados y mal mordidos
estudios, que la autoridad con que se les
adelanta es suficiente para derogar sus estatutos. Y habiendo
él puesto la comedia en la perfección y sutileza que
agora tiene, basta para hacer escuela de por sí, y para que
los que nos preciamos de sus discípulos,
nos tengamos por dichosos de tal maestro, y defendamos constantemente
su dotrina contra quien con pasión la impugnare. Que si él
en muchas partes de sus escritos dice que el no guardar el arte
antiguo lo hace por conformarse con el gusto
de la plebe, que nunca consintió el freno de las leyes
y preceptos, dicelo por su natural modestia,
y porque no atribuya la malicia ignorante a arrogancia lo que es
política perfección; pero nosotros, lo uno por ser
sus profesores, y lo otro por las razones que tengo alegadas, fuera
de otras muchas que se quedan en la plaza de armas del entendimiento,
es justo que a él, como reformador
de la comedia nueva, y a ella como más hermosa y entretenida,
los estimemos, lisonjeando al tiempo para que no borre su memoria.
Cigarral 4º
Al final del Cigarral 4º se lamenta del fracaso
de algunos estrenos de sus obras por culpa de malas compañías
teatrales
—"Muchas
comedias (dijo don Alejo) han corrido con nombre de disparatadas
y pestilenciales; que, siendo en sí maravillosas, las han
desacreditado los malos representantes, ya por errarlas, ya por
no vestirlas, y ya por ser despropositados los papeles para las
personas que los estudian; las cuales, después que caen en
otras manos, o más cuidadosas o más acomodadas, vuelven
a restaurar, con el logro, la fama que perdieron."
—"La del Vergonzoso en palacio (dijo don Juan)
pasó por esos naufragios; que no pareciendo en la Corte,
como merecía, en poder del mejor autor y representante destos
tiempos —porque ni sabía el papel,
ni eran a propósito sus años para la vergüenza
y cortedad primeriza que en materia de amores trae de ordinario
consigo la juventud—, después, en las demás
compañías (que hubo pocas que no la representasen)
ganó renombre de las mejores de su tiempo."[…]
—"La segunda causa (prosiguió don Melchor) de
perderse una comedia, es por lo mal que le entalla el papel al representante.
¿Quién ha de sufrir, por extremada que sea, ver que
habiéndose su dueño desvelado en pintar una dama
hermosa, muchacha, y con tan gallardo talle que, vestida
de hombre, persuada y enamore la más melindrosa dama de la
corte, salga a hacer esta figura una del infierno,
con más carnes que un antruejo, más años que
un solar de la Montaña, y más arrugas que una carga
de repollos, y que se enamore la otra y le diga:
"¡ay,
qué don Gilito de perlas!,
¡es un brinco, un dix, un juguete del amor!"?
[En el Don
Gil de las calzas verdes no aparecen exactamente estos versos
sino otros similares: Doña Clara dice en aparte:
"¡Perdida de enamorada / me tiene el don Gil de perlas!"
(Jornada I, vv. 913-4), y Doña Inés confiesa: "Es
el don Gil que yo adoro / un Gilito de esmeraldas."
(Jornada I, v. 983)]