Literatura Española del Siglo XVII

08.- SAAVEDRA FAJARDO

1.- La república literaria (fragmentos)

Mapa renacentista de Europa

Habiendo discurrido entre mí del número grande de los libros y de lo que va creciendo, así por el atrevimiento de los que escriben, como por la facilidad de la imprenta con que se ha hecho trato y mercancía, estudiando los hombres para escribir y escribiendo para granjear, me venció el sueño: y luego el sentido interior corrió el velo a las imágenes de aquellas cosas en que despierto discurría. Hálleme a la vista de una ciudad, cuyos chapiteles de plata y oro bruñido deslumbraban la vista y se levantaban a comunicarse con el cielo. Su hermosura encendió en mí un gran deseo de verla; y ofreciéndose delante de mí un hombre anciano que se encaminaba a ella, le alcancé: y trabando con él conversación, supe que se llamaba Marco Varrón, de cuyos estudios y erudición en todas materias, profanas y sagradas, tenía yo muchas noticias por testimonio de Cicerón y de otros; y preguntando yo qué ciudad era aquella, me dijo con agrado y cortesía que era la República Literaria; y ofreciéndose a mostrarme lo mas curioso de ella, acepté la compañía y fuimos caminando en buena conversación. [...]

[...Demócrito]

-Tales son los hijos de la Jurisprudencia, que es menester pagarlos porque hablen y porque callen. Yo los tuviera por los más dañosos del mundo si no hubiera Médicos, porque si los Letrados nos consumen la hacienda, éstos la vida. Quien más lo experimenta son los príncipes; porque conociendo los Médicos cuan natural es en los hombres el apetito de vivir y que de los enfermos y achacosos son más estimados, hacen razón de estado de enflaquecer la salud de los príncipes para que estén sujetos a ellos y los regalen y enriquezcan. [Cuento] Por esto fue alabado por discreto aquel rey de Francia que cuando estaba bueno daba grandes salarios a sus médicos y se los quitaba cuando caía enfermo[...] y así son más peligrosos los Médicos que las mismas enfermedades: porque contra éstas suele tener más fuerza la naturaleza, que contra sus pócimas y venenosas bebidas. Esta es la perfección de las ciencias consideradas en el estado que las poseen muchos de estos ciudadanos. De estas causas generales nace mi continua risa, aumentada muchas veces con casos particulares como el que se ofreció ahora que os obligó a preguntarme la causa; fue, pues, de ver un poeta, que acabando de componer un epigrama, aun antes de haber enjugado la tinta, partía furioso de su casa a mostrarle a sus amigos con tanta priesa como si le hubieran cortado las narices y las llevase a que se las pegase el barbero a sangre caliente.

A este chiste Marco Varrón y yo levantamos la risa; y Heráclito, que estaba a un lado, los ojos en tierra vertiendo lágrimas, alzó con la voz la frente; y desecando con el calor de la ira aquellas continuas nubes, dijo:

-No es posible que pueda reírse en esta república sino es quien por falta de entendimiento no sabe conocer los daños de ella ni pondera cuan escasa estuvo la naturaleza con sus ciudadanos en el repartimiento de sus bienes; porque si bien con nosotros mismos nacieron la lógica, la retórica, la poesía, la filosofía moral y otras ciencias, nacieron éstas entre tan ruda ignorancia, que para lucir algo es menester un continuo trabajo en que consumimos los años; y no de otra suerte que como se hallan los diamantes, la plata y el oro en los minerales, con tan rústicas cortezas de tierra que si a fuerza de buril y del fuego no se limpian y labran quedan inútiles sus ocultos quilates, así es menester con un largo curso de trabajo y fatigas limar nuestros entendimientos y descubrirles las ciencias que están en ellos.
¡Qué lágrimas, qué penas en nuestra niñez!¡qué peregrinaciones y desvelos no pasamos después en más madura edad! ¡tanto leer, tanto escribir, tanto meditar para un poco luz que venimos a dar al discurso! Y lo peor fue que para ello fue menester que tuviésemos por maestros a los animales, con los cuales anduvo más cortés y franca la naturaleza. Ellos nos enseñaron gran parte de las artes y ciencias: de las abejas aprendimos la política, de las hormigas la economía; aquellas nos dieron ejemplo de la monarquía en el gobierno de uno; éstas la aristocracia en reducirle a pocos, y estos los mejores. Las grullas nos mostraron la democracia cuyo público cuidado se alterna entre todas [...]

Cuando decía esto, nos obligó a retirar a un zaguán el tropel de diversos animales, leones, tigres, lobos, raposos y otros, aun de los imperfectos nacidos de la putrefacción de la tierra, los cuales iban siguiendo a un hombre notablemente monstruoso y feo; la cabeza aguda, la frente confusa, los ojos hundidos, las narices chatas, los labios eminentes, el color negro atezado, con una giba detrás y otra delante; traía una argolla al cuello y dos eses en las mejillas; y luego que le vio Heráclito prosiguió su discurso diciendo:

—Seguid a ese esclavo, llamado Esopo. v veréis que induciendo a hablar aquellos animales, enseña por medio de ellos a esta república la verdadera filosofía moral y política, siendo los maestros más verdaderos y seguros que tiene.¿Esto pues, oh Demócrito, es digno de risa o de perpetuas lágrimas en un filósofo atento al desvalimiento de nuestra humana naturaleza?

Esta reprehensión, acompañada de un largo curso de lágrimas, no bastó a reprimir los motivos risueños de Demócrito. Yo me reía de ambos, viendo que aquel reía porque éste no lloraba, y éste se burlaba porque aquel no reía; si bien después me parecieron la una y la otra envidiosas pasiones contra las ciencias, siendo éstas unos atributos o partes principales de Dios, que sin alguna de ellas dejaría de serlo.¿Qué es la Poesía sino una llama suya encendida en pocos?¿la Retórica una inspiración divina que nos persuade la virtud?¿la Historia un espejo suyo de los tiempos pasados, presentes y futuros?¿la Filosofía natural un esfuerzo de poder? ¿la Moral una copia de su virtud?¿la Astronomía un ejemplo de su grandeza?¿la Aritmética un discurso aunque licitado de su esencia y majestad?¿la Geometría un instrumento de su gobierno, en número, peso y medida?¿la Jurisprudencia un ejercicio de su justicia?¿y 1a Medicina una atención de su benignidad?¿Pero a qué no se atreve la envidia? El sol es tan hermoso entre las criaturas, que puede excusarse la idolatría de haberle adorado por dios; y hay quien sin tener ojos de águila se ponga a averiguarle sus rayos, y dice que entre sus luces hay oscuridades y manchas.

Dejando, pues, con su tema a aquellos filósofos doblé una esquina y vi salir de su casa a Safo, las faldas en mano, huyendo de la ira de su padre; detúvele y diome muchas quejas de su hija, que divertida en hacer versos había olvidado los oficios y ejercicios caseros de coser e hilar, que es la ciencia más digna y propia de las mujeres, a quien deben aplicar toda su atención y gloria y no a los estudios que distraen sus ánimos; y vanamente presuntuosas de lo que saben, procuran las conferencias y disputas con los hombres, olvidadas de su natural recogimiento y decoro, con evidente peligro de su honestidad. Harta lástima tuve al viejo padre, a quien el estudioso divertimiento de la hija y sus liviandades bien conocidas en aquella ciudad daban mala vejez; y dejándole sosegado con algunas aparentes razones de disculpa, entré por una plaza donde vi aquellas célebres hosterías de Plantino de la flor de lis, del grifo, de la salamandra y otras, donde era notable la abundancia de todos manjares. Allí había Eneidas estofadas, cocidas, empanadas y en gigote; Fastos y Metamorfoseos asados, en tortilla, fritos y pasados por agua; y otras mil diferencias de guisados a tan buen precio que pienso eran causa de los achaques de los ciudadanos, de sus indigestiones y dolores de cabeza, siempre flacos y macilentos, por no saberse abstener en aquella estudiosa gula. De cuanto vi allí, nada me llevó más los ojos que unos menudillos de poetas y unas pepitorias de las Repúblicas, que con buen adorno estaban en la hostería de Plantino [...]

[...]y fue un tropel del pueblo que entró lamentándose de que madamas las Ciencias salían de su palacio y que en él solamente se hallaban algunas señas y rastros de lo que habían sido. Levantaron los ciudadanos los ojos y las voces al cielo y acrecentaban el dolor y lágrimas mostrándose unos a otros algunos vestidos de aquellas perdidas damas.
Quién mostraba un baquerillo de primavera de la Retórica; quién un tocado de cintas de resplandor de la Poesía; quién un antifaz de la Jurisprudencia; quien un espejo de la Filosofía. Turbáronse mucho los jueces con aquellas nuevas; y casi sin sentido por tan gran pérdida, salieron de la sala a informarse del caso y procurar el remedio. Quedáronse loa poetas ejecutando en Escalígero sus iras; y movido yo a piedad de aquel ingenio, luz de las buenas letras, los quise apaciguar con cortesía, pero anduvo tan villano Claudiano, y el sueño era tan vivo, que me enojé mucho; y levantando el brazo, como si estuviera despierto, me arrojé a darle una puñada en el rostro; y dando en un brazo de la cama desperté de muchos errores en que antes vivía dormido, conociendo las vanas fatigas de los hombres, sus desvelos y sudores en los estudios; y que no es sabio el que más se aventaja en las artes y las ciencias, sino aquel que tiene verdaderas opiniones de las cosas, y despreciando las del vulgo ligeras y vanas, solamente estima por verdaderos aquellos bienes que dependen de nuestra potestad, no de la voluntad ajena, a cuyo ánimo, siempre constante y opuesto a las reprehensiones del amor o temor, ninguna fuerza mueve, impele ni perturba.

Manuscrito de la República Literaria fechado en 1612, pero realizado hacia 1641 tras otorgársele la cruz de Santiago.

1ª edición, póstuma, de la República literaria (1670)

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http://books.google.es/books?id=_TbyPeRDs0AC&printsec=frontcover&dq=republica+literaria&hl=es&sa=X&ei=_vxwU83FIInJ0AXPj4DgBw&ved=0CDQQ6AEwAA#v=onepage&q=republica%20literaria&f=false